martes, 30 de diciembre de 2008

Año 2008

Mis amigas y yo tenemos la sana tradición de juntarnos a final de año y hacer un resumen del año. Cada una cuenta como han sido sus últimos 365 días (366 en esta ocasión): si ha sido bueno, malo, regular.... El centro de operaciones suele ser el bar Segovia, pero no siempre es así. Y este año, por ejemplo, sólo nos hemos juntado cuatro, cuando normalmente somos unas cuantas más.

El el Bounty (o como decimos nosotras, "en cá el Fer") yo definí mi 2008 como un año de transición (no sé adonde exactamente) pero ni especialmente bueno ni especialmente malo. Ha sido malo en el sentido de que ha muerto uno de mis tíos y desde el punto de vista psicológico, una extraña melancolía y tristeza se ha aposentado en mi a raíz de cumplir los treinta años. El paso del tiempo, el temor a la muerte, la sensación de no hacer nada con mi vida, de perder el tiempo, del ¿y ahora qué? me han torturado especialmente desde el punto de vista mental estos 366 días. Y para mi desgracia creo que esta sensación siempre me acompañará. A veces con mayor intensidad, otras veces con menos. Pero siempre estará ahí salvo que empiece a hacer algo de provecho con mi vida. En suma, la crisis de los treinta que me ha absorbido y obsesionado (y que espero superar antes de los cuarenta).

Tampoco ha sido un buen año desde el punto de vista sentimental. Mi relación con Carlos se ha deteriorado. De vez en cuando tenemos sexo (realmente fantástico), hay días que le echo terriblemente de menos, otros casi ni me acuerdo de él y sin duda es mi amigo más querido, más fiel, más amado. Pero siento que hemos emprendido un camino sin regreso: nunca más volveremos a ser pareja. Podremos ser amigos, amantes, compañeros... pero novios creo que nunca más. Y nuestra extraña no relación (es un no-novio como leí en un blog) terminará cuando el conozca a otra chica, o yo a otro chico, o bien cuando la soledad post-coitum, como decían los antiguos, sea tan intensa que yo decida acabar con el masoquismo al que voluntariamente me someto (porque es estupendo sentirse querida por tres o cuatro horas, pero la soledad que después experimento es realmente triste).

Pero no ha sido todo malo. Me han dado el piso (fuente de alegria y preocupación, es la doble cara de la moneda). He conocido Galicia, he sido capaz de ir sola a la playa, mi salud sigue siendo excelente y he pasado momentos muy gratos con mis amigos. Incluso he encontrado un segundo trabajo que me permite ganar un poco de dinero extra. Y una vez más mi familia me ha demostrado que me quiere mucho y que siempre está dispuesta a ayudarme (incluso sin que pida ayuda).

¿Y qué espero del 2009? Tengo por costumbre no hacer planes a largo plazo (es decir, más de dos meses). Nunca me fijo metas concretas u objetivos. Esto tiene una parte positiva (no te agobias, todo es una sorpresa) y una negativa (no tienes un estímulo, te acomodas en tu vida). Si tuviera una lámpara maravillosa y al frotarla saliera el genio que me concediera tres deseos pediría salud (un tópico verdadero), encontrar a un chico maravilloso con el que compartir el resto de mi vida y encontrar un trabajo interesante y bien remunerado). Volviendo a la realidad me conformo con la salud y que en el 2009 no me falte nadie querido. ¿Propósitos? No sé. Quizás retomar mi afición lectora (este año apenas he leido, aunque la lectura de Un mundo sin fin vale por tres libros), cumplir mi ilusión de aprender a pintar, cumplir con la obligación moral de hacerme voluntaria de algo, comprarme las cortinas del salón... y en suma, seguir viviendo y ver crecer a mi sobrino, entre otras cosas.

Así que como digo siempre... ¡adiós 2008! ¡Hola 2009!

martes, 23 de diciembre de 2008

Navidad

Nada. sigo siendo pobre. ¡Ni un céntimo en la Loteria! nada nuevo bajo el sol.

Últimamente el blog tiene un tono melancólico y plomizo que refleja mi estado de ánimo. Pero prometí no rallarme mucho y cambio el chip. Hay que estar alegre. Que es Navidad.

Así que hablaré de estas fechas tan señaladas, donde todos son tópicos, tradiciones y costumbres. Desde la Loteria, hasta las tarjetas que escribo, el recuerdo de los ausentes, los regalitos, las luces, el pavo, el marisco... Toda una liturgia. Recuerdo las tardes de Nochebuena tremendamente aburridas en mi casa. Mis amigas, Noelia y Cristina, se iban a Getafe a cenar con sus abuelos, y yo me quedaba sola y me aburría mortalmente. El olor a pavo invadía toda la casa y me resultaba de lo más desagradable. Tampoco podía contar con mis primas, que se iban con la familia de mi tio. En suma, un rollo de primera. Y lo mismo en Nochevieja. Y aunque de mayor la tónica no ha cambiado mucho, procuro buscarme actividades con las que distraerme (internet, una lectura, ir con las amigas a tomar algo...) que me hacen granjearme la también típica charla de mi madre:

- Es que no me ayudas nada en la cocina. Te vas por ahi con las amigas y ¡hala! para mi todo el trabajo
- Pero mama, ¡pero si no me dejas meter baza! Lo único que me dejas es partir el turrón y cortar el embutido.

Y aunque en mi casa la Nochebuena y la Nochevieja no son un despiporre (las manias de mi madre nos impiden reunirnos con mi tía), todas esas pequeñas tradiciones hacen especial estos días, aunque para mi no resulten superdivertidos. Simplemente trato de disfrutarlos, guardarlos en mi corazón y mi memoria, pues se que algún día las echaré de menos.

martes, 9 de diciembre de 2008

Otoñal

Nada, sigo sin lectores. Esto es frustrante...

Pero seguiré con mis movidas mentales. El otoño, un año más, ha penetrado en mi espíritu. La verdad es que es una estanción que me sienta como una patada en el culo, no lo voy a negar. Desde épocas del colegio, los meses de la caída de la hoja me desmotivan. Yo soy como las plantas: necesito el sol para revivir.

Me he pasado buena parte del fin de semana taciturna y llorosa. Ayer incluso bendije el trabajo porque me restaba tiempo para pensar en mis miserias (si que estaba mal, si). El domingo por la noche cuando me acosté me entró un buen berrinche. ¿Por qué? No tengo derecho a quejarme: tengo trabajo (algo meritorio según los tiempos que corren), salud, mi familia está sana y a mi lado, mis amigos son estupendos, estoy pagando yo sola un piso, soy joven (30) y en suma, no me falta nada material o inmaterial. Pero me falta algo. Desde que no estoy con Juan Carlos (supongo que parte de mi tristeza se debe a eso) estoy más tristona y melancólica. Se que se pasará, lo sé. Pero contrariamente al resto de la humanidad, cada vez soy más vulnerable a los fracasos amorosos. Imagino que porque soy más mayor y soy consciente de que las oportunidades decrecen cada año que pasa. Soy muy independiente, siempre he estado sola, hago muchas cosas sola. Pero estoy un poco harta. Yo quiero ser una chica convencional, con churry al que venere y que a su vez me quiera. En fin, demasiado difícil para mi...

Imagino que parte de mi problema consiste en no valorar lo que tengo. Si estimase más mi realidad no echaría tanto de menos lo que no tengo o no he tenido. Siempre alampando, siempre ansiando realidades inexistentes...

Podría pensar que soy una inconformista porque lo que tengo no me llena. Y que va. Si lo fuera lucharía por conseguir algo diferente. Buscaría trabajo de lo mio (o al menos uno mejor remunerado), estudiaría para mejorar mi formación y tener más posibilidades de mejorar mi empleo, aunque fuera refrescaría mi inglés, trataría de ser menos tímida con los chicos, viajaría más, conocería más sitios... No digo que sea una infeliz, pero admito que cada año que pasa un ligero poso de amargura se va instalando en mi corazón, y si esto sigue así el poso al final llenaré el vaso y francamente, no me apetece nada.

Quiero vivir, disfrutar, experimentar cosas nuevas. Quiero compartir mi vida con alguien a todos lo niveles. Quiero escribir una novela, un cuento, una historia bonita... quiero.... en fin, a veces no se ni lo que quiero

jueves, 27 de noviembre de 2008

La esencia lobuna

Enlazaré con mi carta anterior y hablaré de uno de mis libros favoritos: El lobo estepario, de Hermann Hesse

Lectura obligatoria en tercero de carrera, lo tomé prestado de la biblioteca municipal. Al principio me pareció un aburrimiento, para que lo voy a negar. Sólo me consolaba su brevedad.

Pero héteme aqui que llegué a la segunda parte del libro: Tractac sobre el lobo estepario. Iba yo en el metro camino de Aluche para tomar la 483. En las escaleras de la estación de Aluche, me tuve que parar y agarrar a la barandilla. El corazón me dió un vuelco: ¡¡No podía ser!! ¡¡Ese libro estaba hablando de mi!!

Más serena, en el autobús relei pausadamente el texto que me había estremecido, y que reproduzco en la carta anterior. Y efectivamente, me confirmé y me reconocí en él. Me acorde de mi profesora de literatura de COU.

- Lo bueno de los libros -decía- es que alguna vez pasas por una experiencia que crees que sólo te ha pasado a tí, que sólo has vivido tú, y te sientes solo. Y entonces coges un libro y lo lees y dices, ¡pero si esto es exactamente lo que a mi me sucede! Y te das cuenta de que no estás solo, y de que esos sentimientos también los tienen otras personas

Pues eso fue lo que me pasó con Harry Haller y el tratado del lobo estepario (no apto para todos). Pasados los años, esa primera impresión violenta se ha dulcificado, pero muchas veces me doy cuenta de que en el fondo de mi ser, por más que intente librarme de él, el lobo estepario es esencial en mi naturaleza, y a pesar de mis ligues, de mis idas y venidas, de mis salidas, etc, en el fondo de mi ser el lobo estepario está latente en mi. Y cuando creo que lo he matado, renace con más fuerza en mi espíritu. Siempre he ansiado la independencia, la autosuficiencia, y cuando las he logrado en ciertos aspectos, me doy cuenta de que son algo crueles, poseen ciertos aspectos de tristeza. Y si trato de librarme de la naturalexa lobuna intentando conectar espiritualmente con otras personas, me doy cuenta de mi incapacidad para ello.

En fin, con lo que me gustaría ser alguien de pensamiento normal, vulgar...

martes, 18 de noviembre de 2008

La logistica de la independencia y el lobo estepario

Ayer me trajeron la tele. Lo cierto es que me he vendido por una tele. Domicilié la nómina en Banesto para que me la dieran. Mañana la probaré. La verdad es que estoy deseosa de ver como funciona.

A finales de este mes me traerán los sofás. Y estoy mirando algún mueble. Si me gusta alguno me lo compro. En realidad ya practicamente me puedo independizar. Sólo me falta la lavadora y contratar agua caliente. Pero la duda me persigue... ¿me iré?

De jovencita siempre afirmaba que si alguna vez tenía piso me iría enseguida. Pero cuando creces te das cuenta de que la realidad es diferente. Hay varios puntos a tener en cuenta:

a)En general independizarse cuesta dinero. Descubres que el agua, la luz y el gas no son gratis.
b)Los pamtalones no se planchan solos. Es más, hay que poner lavadoras. En suma, descubres que en casa de tus padres hay un duende mágico llamado mamá y en la tuya no existe (como los Reyes Magos, vamos)
c)La soledad. Está bien eso de no tener que pelearte por el mando de la tele, no tener que limpiar y ordenar cosas que no son tuyas, etc, etc. Pero no puedes comentar con nadie el programa de la tele, ni las noticias, y el silencio a veces es muy pesado (aunque para eso está la tele y la radio, que hacen mucha compañía).

No creo que me independice este año, pero si ire algun fin de semana a dormir. No obstante, cuando me vaya de casa haré lo mismo que mis hermanos (es decir, echarle morro: ir a comer casa de mis papis todos los días). Para el año que viene ya veremos. Pero admito que uno de mis momentos favoritos del día es cuando llego a las once de la noche a casa, tengo la cena hecha y mis padres están sentados en el sofá esperándome. Si me marcho de casa, ese momento favorito del dia desaparecerá.

Carlos siempre me dice que yo no resistiría mucho viviendo sola porque por algún comentario que le he hecho piensa que enseguida me sentiría triste. Y puede que tenga razón. Pero también es cierto que siempre he ejercido cierto afán de independencia y soledad, como lo de ir sola al cine o al museo del Prado; este año me fui sola cuatro dias a la playa; etc, etc. Pero claro, una cosa es la soledad como forma ocasional de pasar el tiempo y otra cosa es como modo de vida. No se cómo lo llevaría a lo largo del tiempo. Siempre he tenido espíritu de lobo estepario y me identifico mucho con Harry Haller, el personaje de Hesse.

"Porque ya resultaba que la soledad y la independencia no eran su afán y su objetivo, eran su destino y su condenación, que su mágico deseo se había cumplido y ya no era posible retirarlo, que ya no servía de nada extender los brazos abiertos lleno de nostalgia y con el corazón henchido de buena voluntad, brindando solidaridad y unión; ahora lo dejaban solo. Y no es que fuera odioso y detestado y antipático a los demás. Al contrario, tenía muchos amigos. Muchos lo querían bien. Pero siempre era únicamente simpatía y amabilidad lo que encontraba; lo invitaban, le hacían regalos, le escribían bonitas cartas, pero nadie se le aproximaba espiritualmente, por ninguna parte surgía compenetración con nadie, y nadie estaba dispuesto ni era capaz de compartir su vida. Ahora lo envolvía el ambiente de soledad, una atmósfera de quietud, un apartamiento del mundo que lo rodeaba, una incapacidad de relación, contra la cual no podía nada ni la voluntad, ni el afán, ni la nostalgia. Este era uno de los caracteres más importantes de su vida"

martes, 11 de noviembre de 2008

Fotos

De pequeña me encantaba ver fotos. Era una de mis aficiones favoritas. Junto con mi madre cogía el album y le pedía que me explicara el origen de las instantáneas. "¿Quíen es este? ¿Cuándo fue esto?" y mi madre gustosa me explicaba. Si por casualidad aparecía mi padre por allí, entusiasmada yo le decía "mirá papá esta foto". Él la miraba con poca atención. "Ah sí" era su único comentario. Mi madre entonces me apuntaba que "a tu padre no le gusta ver fotos" a lo que mi padre siempre respondía "el pasado es pasado. No hay que volver atrás. No me gusta recrearme en eso".

Lo cierto es que yo no entendía este comentario. ¿Cómo no le podía gustar ver fotos, recordar momentos bonitos y alegres en nuestra pequeña historia familiar? Hoy, cuando ya he crecido empiezo a entender a mi padre: cada vez me gusta menos ver fotos del pasado porque me repatea ver como pasa el tiempo de manera silenciosa, sin avisar.

Por donde mejor veo el paso del tiempo y de mi edad es por la piel. Cuando era jovencita la tenía luminosa, lozana, reventona. Ahora la veo más mate, más apagada (a pesar de los potingues y las cremas faciales que uso desde los catorce años). También lo observo a través de mis padres. Me sorprende verlos con el pelo más oscuro y con menos arrugas. Y de mi abuela ni digamos. Antes no estaba tan consumida y parecía más erguida.

Una de las señas de que te estás haciendo mayor es que empiezas a comprender muchas ideas de tus padres. Yo siempre he sido sensata (y algo vieja) y les he dado la razón a mis padres en muchos aspectos. Pero es realmente ahora cuando empiezo a comprender algunos de sus razonamientos, y eso que no tengo hijos, ni estoy casada, ni amancebada.

¡Ay Lolita! (que es como se llama mi cámara reflex analógica Canon) ¡Cuantas enseñanzas me has proporcionado desde que caiste en mis manos!

jueves, 6 de noviembre de 2008

Sobre Obama, la refundación del capitalismo y otras mentiras

Hoy hablaré de política. Uno de mis temas predilectos. De pequeña siempre me decían que iba para política porque hablaba muy bien y siempre estaba al tanto de los periódicos y los informativos. Supongo que si mis padres no me hubieran educado en la honradez hoy me dedicaría a este a veces indigno pero necesario oficio.

Obama ha ganado. Yo tenía mis dudas pues muchos blancos demçocratas (los que estaban con Hillary) apoyaban a McCain porque consideraban que defendía mejor los intereses del país que su propio candidato (esto sería inimaginable en España). Con la elección de un presidente mulato (que no negro. Si etuviese casado con una blanca no parecería tan negro) educado entre gente blanca (no es el negro de las pelis que ha salido de la miseria del Bronx, no nos engañemos) Estados Unidos ha demostrado, una vez más, que anda por delante de nosotros, los europeos, unos cuantos pasos por delante. ¿Cuando se verá aqui un primer ministro mestizo? Quedan unos cuantos años para eso...

A Obama lo comparan con Kennedy. O mejor dicho, comparan la ilusión que ha despertado en su país con la que generó JFK en su día. A Clinton también, hace años, le compararon con Kennedy. En general a cualquier candidato demócrata, joven, lo comparan con Kennedy.

A mi Obama me gusta, no lo voy a negar. Pero lo del cambio, las nuevas esperanzas, la ilusión por hacer del planeta Tierra un mundo mejor ya no me lo creo. Con Clinton si me lo tragué (era más joven e ingenua. Una adolescente) Pero a mis años, con lo que he visto, no me lo creo. Aunque espero equivocarme, eso sí (aún hay que tener esperanzas).

Con lo de la cumbre en Washington y la intención del nuevo mesias Sarkozy de refundar el capitalismo me parto. El otro día escuche que los capitalistas se están cargando el capitalismo, y creo que es cierto. Pero más allá de eso, por lo que veo en mi vida, el capitalismo lejos de desintegrase está cada vez más reforzado en sus injusticias y desigualdades. Se transformará, si, pero a peor. Al fin y al cabo lo que propone ahora Sarkozy lo lleva diciendo desde hace años la ONU y nadie la hace ni puñetero caso, y francamente, no creo que el marido de Carla Bruni tenga más influencia internacional que la ONU. Es cierto que mandan los gobiernos, si. Pero también es verdad que mandan más las empresas. El señor Botín, cuya riqueza me da de comer a mi, pero que por otro compra bancos de manera especulativa y rebaja sueldos a sus empleados (y paga cada vez menos a sus externos, como es mi caso). En fin. ¿Para cuándo una nueva revolución Rusa?

martes, 4 de noviembre de 2008

Los noventa años de Mary Lou

Mary Lou es la manera cariñosa con la que nombro a mi abuela en tercera persona. En el carnet figura como Teofila Maria Luisa pero para todo el mundo es Maria Luisa. Lo de Mary Lou viene por la gimnasta norteamericana que ganó el oro individual en Los Angeles´84, Mary Lou Retton (léase Riton).

Siendo sinceros, desde el punto de vista físico mi abuela está hecha un asco. Está prácticamente ciega, muy sorda, apenas puede andar y está torpe en general. Eso si, no tiene ni azúcar, ni colesterol, ni padece del corazón ni ninguna enfermedad grave. Su naturaleza es longeva (su padre, el bisabuelo Paco falleció con 96 años; y mi abuela llegó a conocer a su bisabuela). Así pues, el día que Dios se la quiera llevar morirá porque la pila se agote. Ahora bien, de la cabeza está estupenda, muchos mejor que gente más joven. Y no digamos de la lengua: esa si que la tiene bien.

Yo siempre digo que mi abuela ha sido siempre vieja. Siempre ha tenido los problemas físicos que refiero (sólo que ahora más agudizados), siempre ha ido de negro... en suma, no he conocido a una abuela plenamente activa que ahora está en decadencia. Mi abuela siempre ha estado muy estropeada. Yo nunca he probado un guiso suyo. Nunca ha sido la abuela cocinillas que hace bizcochos a sus nietos (ella prefiere las golosinas industriales). Ni hablar de trajecitos (como ve tan mal siempre ha cosido muy mal. No obstante tenía a mi madre, la auténtica costurera de la familia). En suma, que nunca he tenido la abuelita afable que marca la infancia. Mi abuela ha sido conmigo más bien distante (todo lo contrario que con mis primas, a las que ha criado).

Pero es la única abuela a la que he conocido. Para mi es LA ABUELA. La única. Y cuando desaparezca me quedaré sin ese tesoro. No es como el Papa o el Rey, que se muere uno y te queda otro. Mary Lou es única en su especie. Pero única, única. Y por eso la quiero.

jueves, 30 de octubre de 2008

Sin tema

Hoy no se de que hablar pero me apetece contar algo.

Hoy que he recibido la nómina podría reflexionar sobre lo asqueroso que es ser pobre. Tengo dinero ahorrado y me lo estoy fundiendo en el piso. Mi última adquisión, unos sofás de piel por 1.600 euros. Quien lea esto dirá ¡joder con la pobre! Pues si, esas vacaciones que no disfruté, esa ropa que no me compré, esos helados que no me comí... todo esto ahora se ha materializado en una cocina, un cuarto de baño y unos sofás, y en potencia puede ser un mueble para el comedor, una mesa y unas cortinas. Pero no me preocupa gastarme el dinero ahorrado. Lo que me chincha es que con la hipoteca mis posibilidades de ahorro se reducen mucho. Y como tengo en el corazón de un Silas Marner trasnochado, pues me encanta ahorrar y contar el dinero. Llevo mal lo de vivir al día (hecho éste que será mi realidad durante los próximos 25 años).

Pero depositaré mis esperanzas en la loteria. Es lo único que me queda.

Podría hablar también de mi obsesión última por la muerte. La mia y la de mis padres. La jubilación de mi papa me ha llevado a retomar la crisis existencial de los treinta. El fallecimiento en enero de mi tío Ismael también me ha afectado bastante en este sentido. Hay días en los que sólo pienso en los límites de mi existencia. Es cierto que desde que tengo uso de razón me preocupa el paso del tiempo y la muerte. Es una obsesión permanente en mi, que a veces me abandona pero siempre está ahi, latente. Pero no quiero profundizar hoy en el tema. Sería ponerme triste y plomiza (como el día, como el otoño).

Podría hablar de mi mania adquirida últimamente de empezar el periódico por atrás. De la fiesta de Halloween de este viernes que organiza Fer y como me repatea no disfrazarme en Carnavales y si hacerlo en esta party importada. Podría hablar contra (y a favor) del imperialismo yankee. Podría hablar de la maternidad de mi compañera de trabajo y de mi amiga Noelia. Podría hablar de mil cosas. Todas serían hablar de mi. Pero supongo que hoy no quiero entrar de lleno en ninguna. Supongo que ese es mi problema (entre otros): siempre en la superficie, bordeando la vida. Nunca comprometiéndome en ella

miércoles, 22 de octubre de 2008

Mi papá

Tras comprobar que nadie me lee (salvo yo misma) continuo con mi blog.

Mi padre se jubila. Tras 36 años trabajando en la Policia Local de Leganés su vida profesional toca a su fin. Ayer me encontré con un compañero suyo:

- Hoy comemos con tu padre para despedirle - me dijo
- Lo sé - contesté - pero él no quería que le hicieses ningún homenaje pues no se lo hacéis a ninguno.
- Es cierto. En los últimos tres años se han jubilado varios compañeros y no hemos organizado nada, pero tu padre es tu padre.

Si. Mi padre es mi padre. Como fútbol es fútbol. O la vida es así. Frases que no dicen nada y a la vez lo dicen todo. Ayer sus compañeros le regalaron un reloj Longines grabado, varias botellas de vino bastante caras y um juego de copas. Se reunieron más de 60, entre jóvenes, viejos y ex compañeros ya jubilados, cifra que es casi la mitad de la plantilla.

- No sabía yo que mis compañeros me querían tanto - me dijo ayer mi papa.

Cuando el compañero de mi padre me explicó la comida, como esperaban sorprenderle y como le iban a echar de menos, me emocioné. Mi padre a veces es realmente pesado, machista, poco cuidadoso y demás defectos. Pero es una bella persona. trata a todo el mundo por igual y desde su puesto de cabo nunca ha intentando perjudicar a nadie. Es generoso y lo da todo y muy cariñoso. Tiene un carisma especial y eso yo lo noto cuando voy por la calle y un montón de gente le saluda. Hasta mis amigas le tienen especial aprecio. E imagino que esa forma de ser es la que ha empujado a sus compañeros a rendirle un homenaje emotivo.

Mi padre no será el típico que se aburra pero si se que echará de menos algunas facetas de su trabajo, como el hecho de ir olisqueando para allá y para acá, tratar con la gente y el contacto con sus compañeros, tanto veteranos como jóvenes que le enseñan a estar en la onda, como el dice. Yo siempre he estado orgullosa de la profesión de mi padre y he presumido muchas veces de su oficio. Con su jubilación pierdo parte de esa capacidad para mostrarme orgullosa del agente (y cabo) número 13. Lo cierto es que su jubilación me ha sentado tan mal como cumplir treinta años. porque me hace caer en la realidad de golpe y darme cuenta del asqueroso paso del tiempo. Mi padre ya es mayor, ya entra en la tercera edad con 65 años. Pero yo aún le veo joven y activo. Mi padre es especial. Es un gran tipo. Una leyenda en la Policia. En fin, mi padre es mi padre.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Para mis inexistentes lectores

Nadie me lee. Cosa lógica porque a nadie le he contado que me dedico a escribir un blog en los últimos tiempos. Ingenua de mi, pensaba que mi blog lo leerían otros bloggers anónimos, que se lo pasarían bien leyendo mis cartas y que me dejarían mensajitos y toda la pesca. Pero nada de nada. Querido lector anónimo (aparte de mi misma) ¡manifiéstate si estás ahí!

Este afán de exhibicionismo contrasta con mi pudor a la hora de dar a leer aquellas cosas que escribo. Por nada del mundo permitiría que una persona leyera mi diario manuscrito (si, soy de las pocas personas que lo hace. Y lo más increíble es que conservo esta costumbre desde 1991, mucho antes de que existiera internet y esta moda de los diarios personales en la red). Cuando me he presentado a algún concurso literario nunca he dado de conocer mi textos a mis conocidos para que los juzgasen y me diesen consejos. Y cuando he ganado algún certamen y de manera inevitable he tenido que hacer pública la noticia, cuando me han pedido que enseñe el texto ganador siempre he dado largas con el fin de que nadie lo viera. Y cuando no he tenido remedio y lo he mostrado en público, he sentido una enorme vergüenza. No obstante esto hay que matizarlo. No me importa que lean lo que escribo los desconocidos. Con quien siento auténtico pudor es con mis amigos, familiares y conocidos. Imagino que es porque en cada texto pongo algo de mi misma que me gusta salvaguardar. O bien porque sería incapaz de aguantar una mala critica.

De vez en cuando en el trabajo me llevaba algún texto propio para corregir. Ignorante de mi, no pensaba que nadie fuese a descubrir mis cuentos, pero no contaba con la curiosidad de mis compañeros. Un día Juan Carlos me reveló que había leído algunos de estos textos, e incluso me hizo una critica constructiva. El decía que escribía de manera un poco pedante porque utilizaba palabras que en el lenguaje coloquial no se usan. Yo me defendí argumentando que en los concursos se valora especialmente la riqueza de vocabulario, los sinónimos, etc. etc. (aparte en la carrera de periodismo me enseñaron que quedaba muy feo repetir una palabra dos o más veces en el mismo párrafo, salvo que se quisiera lograr un efecto determinado).

En fin, que me encantaría que alguien ajeno a mi me leyese. Eoooo, ¿hay alguien ahí?

domingo, 5 de octubre de 2008

Ciao bello

Querido Paul,

Hace una semana que te fuiste y aún no acepto que no estás entre nosotros. Tus hermosos ojos azules no volverán a mirar el firmamento aunque siempre permanecerán en el celuloide. De pequeña siempre decía que tu eras mi actor favorito (y al tiempo y afirmaba también que Elizabeth Taylor era mi artista predilecta, y eso que no había visto La gata sobre el tejado de zinc). Hace dos meses aproximadamente leí en el periódico que desahuciado, habías pedido a tu doctor que te dejaran marchar a casa para morir en tu hogar en compañía de los tuyos. Coherente hasta el final, si señor. Ese es mi Paul.

A lo largo de estos años he leído varias entrevistas tuyas, y en todas me fascinaba tu inteligencia, tu coherencia. Recuerdo que en una te preguntaban sobre el secreto de tu duradero matrimonio con la también actriz Joanne Woodward:

- Pues muy sencillo – afirmabas con tu fina ironía. – El secreto consiste en saber repartirse las tareas. Yo me ocupo de opinar sobre las cosas importantes y trascendentes en el mundo, como la subida del precio del petróleo, la política internacional y esos grandes temas. Mi mujer sin embargo, se ocupa de las menudencias: elegir en que colegio van a estudiar nuestras hijas, que vamos a comer mañana o en que casa vamos a vivir.

Siempre me pareciste un ejemplo a seguir, con tus salsas y tus obras benéficas. Y sobre todo, con que entereza y dignidad te enfrentaste a la muerte de tu único hijo varón por sobredosis. Aún recuerdo lo mucho que me gustó Marcado por el odio, película que vi un domingo por la mañana en Telecinco, cuando aún era la cadena de las mama chicho.

Te vas y me quedo huérfana. Todos los que amamos el cine te echaremos de menos. Durante varios años una foto tuya decoró mi carpeta donde guardaba mis apuntes. Siempre fuiste el más bello, el más perfecto. Cuando en junio vi tu foto de hombre demacrado y enfermo lamenté, una vez más, la crueldad del paso del tiempo. El bello Paul era una sombra de si mismo, y me costaba creer que aquel anciano flacucho con sus eternas gafas de aviador hubiese sido en su día el hombre más guapo del mundo. Pero que quieres que te diga. Siempre fuiste el más bello por fuera. Pero lo fuiste aún más por dentro.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Sin tiempo

Ultimamente no tengo tiempo ni para escribir este blog. Y no es que la pereza me pueda y haya decidido abandonarlo, no. Me prometí que este blog duraría un tiempo razonable y en ello estoy (lo cual no significa que un día se extinga de la misma manera en la que surgió: en silencio, sin armar escándalo).
Lo que ocurre es que llevo una semana saliendo de casa a las 7.30 de la mañana y regresando sobre las 8.30-9 de la noche. Trece horas me paso pegada al ordenador, y francamente cuando llego a casa no me apetece ponerme delante de la pantallita. Lo cual significa además una acumulación importante de mensajes en mi correo electrónico, pero eso es lo de menos.
No tengo tiempo para ir a la piscina, para ver la tele, para pintar mi piso (mi hermano Paquito se lo está chupando todo). No tengo tiempo de nada de nada. Me paso el día currando. Mi compañera de las mañanas se ha dado de baja por maternidad antes de lo previsto y nos ha pillado a todos un poco en bragas. Yo me había ofrecido a hacer su baja, pero una cosa son 18-21 semaanas, que era lo previsto, y otra cosa las 25-26 aproximadas que se va a estar en su hogar (y que conste que 18 semanas ya es un palizón). Al final van a busvcar a alguien que la supla, pero mientras tanto ahi estoy yo, trece horas cogiendo telefono, pasando llamadas, picando datos, atendiendo a los compañeros, etc, etc. Como de momento sólo he hecho una semana a tiempo completo no estoy muy cansada ni fisica ni psicologicamente, pero recordando mis epocas de estudiante, cuando tenía una beca por las mañanas y la facul por las tardes, a los dos meses estaba jarta de no ver a mis padres, hermanos, no comer en casa y no tener tiempo para estudiar. Y ahora más o menos igual. Y todo por la maldita hipoteca. ¡Qué asco de piso, pienso a veces! Debido a mi exiguo sueldo se que los apuros economicos presidirán mi vida. Ahora tengo algo de dinero ahorrado y vivo con mis padres que cubren mis gastos básicos. Pero se que dentro de un tiempo, no mucho, eso se acabará y no llegaré a fin de mes. En fin. Entonces no me quedará otra que ponerme a trabajar en otro sitio. Y el cansancio no será una disculpa. Tantos esfuerzos... tan vanos... ¡ay vida perra! ¿Por qué no habré sido capaz de colocarme en un medio de comunicación? ¿por qué no he sido capaz de ganarme la vida como periodista o como escritora? Bueno, se las respuestas, pero no me apetece hoy hundirme en la miseria. Tiempo tendré.

martes, 9 de septiembre de 2008

Esclava de mi cuerpo

Personalmente creo que hoy en día, en la era de la libertad, somos más esclavos que nunca. La hipoteca, el coche, el deseo de tener más, el dinero, el trabajo... todos son pequeños grandes lastres que nos hacen llevar la vida que no queremos (aunque creemos que si). Un compañero de trabajo me ha contado varias veces su teoria de la felicidad.

- Los de la selva amazonica si que viven felices - afirma mi colega- Sólo dedican tres horas a conseguir su alimento y el resto del día lo pueden dedicar a lo que quieran. Nosotros por el contrario tenemos que dedicarnos ocho horas al trabajo, que es la mamera de lograr el sustento

Podría iniciar un discurso anti sistema. incidiendo en la perversión del capitalismo en el que vivimos sumergidos. Pero eso lo dejaré para otro día. Aparte de todas las esclavitudes que he citado hay una más que a mi por lo menos me pesa mucho: Soy esclava de mi cuerpo.

Indepedientemente de la concupiscencia propia de una adulta joven y sana como yo, mi carne mortal me resta horas al día a mi y a mis aficiones, y sólo para mantenerse en línea. Me explico: desde que descubrí que el ejercicio físico me otorgaba un cuerpo más delgado y un mejor tono muscular (aparte de una recuperación más rápida de los latidos de mi corazón cuando me echaba una carrera para pillar el autobus), me veo obligada a hacer deporte todos los días. Y si no todos, casi todos. Natación, bici estática, andar... (y ya he dejado de correr y hacer tabla de gimnasia casera que me solía provocar más contracturas de las que ya tengo). Eso y comer sano con tal de mantenerme por debajo de los 50 kilos. Y no digo que lo haga por obligación, pues me gusta nadar (me relaja mucho), asi como ver una peli mientras sudo con la bici. Me hace sentirme mejor física y psiquicamente conmigo misma. Lo que me molesta es que para mantenerme en peso tengo que hacer eso todos los días. ¡¡Yo quiero ser una modelo de esas que dicen que comen de todo y parecen silfides!!

Ya se que la base de partida mia está mal. Me siento mejor con un cuerpo mejor. Miguel se mete mucho conmigo por eso. Dice que estoy obsesionada con el deporte y la comida para mantenerme en forma, cuando lo importante es que tu autoestima no debería depender de tu apariencia física. Y tiene razón. Pero yo suelo contraatacarle: ¿qué hay de malo en intentar sentirse mejor, aunque sea mejorando fisicamente? ¿Qué hay de malo en tener habitos sanos que te proporcionan no solo mejor estética, sino mejor calidad de vida? Ami en el fondo me gustaría no tener que hacer ejercicio y comer chocolate a todas hora, e inflarme de solomillo a la pimienta. Pero no puedo hacerlo. Mi afán por controlar mi peso no llega a la obsesión pero admito que tiene algo de preocupante y es que refleja mi dificultad para aceptar el paso del tiempo. Admito que lo que más me enorgullece es que mientras la mayoría de mis amigas ha empeorado fisicamente, yo por el contrario he mejorado mucho y tengo mejor aspecto físico ahora que con quince años. Y mientras ellas pensan diez kilos más que en nuestra adolescencia, yo peso unos ocho kilos menos.

No obstante tampoco creo que si tuviera dinero sería una adicta a las operaciones de cirugia estética (ufff, la de cosas que me arreglaría). Por mucho que me operara y que hiciera ejercicio, no podría tener el cuerpo de Blanka Vlasic (aunque me conformaría con 1,72 y no con su 1,92)

sábado, 6 de septiembre de 2008

La importancia de saber hacer chapuzas en casa

Ahora que soy una adulta con hipoteca y co-propietaria con Caja Madrid de un piso, me doy cuenta de lo ignorante que soy en cuanto a chapuzas caseras se refiere. El otro día pensé en taladrar un azulejo para colgar el reloj de pared que me regaló mi prima Cristina. Pero mi intento no llegó muy lejos: no supe colocar la broca en la Black´n´decker. Toda una frustración.

Pero eso no es todo. Mi madre fue la que me completó con yeso un esquinazo que me habían raído los de la obra (y menos mal que es un piso nuevo...) y mi hermano Paquito me está pintando el piso (y todo el trabajo previo que conlleva: tapar con aquaplas las grietas, limar las paredes, aplicar la pintura...). Yo sólo me he atrevido a pintar un techo y una pared, y aunque no me han quedado tan bien como a mi hermano el resultado es aceptable. ¡Ah! también conecté el cable del espejo del baño de la habitación principal yo solita. Ese día si me que sentí orgullosa.

Pero en general no tengo ni idea de temas de electricidad, albañileria o calefacción. Mi hermano ha sido el encargado de colocarme los downlight en los baños y lo cierto es que cuando se me fundan las bombillas de los focos estos (espero que dentro de algunos años) no se como demonios las voy a cambiar. Y no hablemos de otros asuntos como mirar la presión de la caldera, vaciar los radiadores, etc, etc.

Creo que me voy a informar sobre el curso que dan en la delegación de Juventud sobre temas de casa. Aunque lo fácil sería buscarse un chorbo especialista en chapuzas que me hiciera estos temas (aunque Juan Carlos se ha ofrecido en muchas ocasiones, me da vergüenza recurrir a él pues siento que me aprovecho de él cuando le pido estos favores). No, no. Soy una mujer autónoma, independiente, moderna, que no necesita hombres para hacer las chapuzas en casa (sólo a sus hermanos, porque mi padre es peor que yo...). ¡¡¡Dios!!! Como me gustaría saber hacer todas estas cosas y superar mi trauma de inútil en lo que a trabajos manuales se refiere

martes, 2 de septiembre de 2008

Traumas familiares

Todos tenemos nuestros pequeños traumas infantiles. En mi caso son dos: no haber tenido una bicicleta ni un caballete para pintar. Con respecto a lo de la bici mis padres decían que mi calle era peligrosa (cuando no la atraviesa ninguna carretera) y que en casa no habia espacio para guardar una bici (en cambio mis amigas si tenian sitio...). Con respecto a lo del caballete, de pequeña mi gran pasión era el dibujo. En un episodio de Barrio Sésamo a Espinete le regalan un caballete. Yo me quedé encandilada con él.

- Pídeselo a los Reyes - me sugirió mi padre

Pero aquella carta no llegó a sus Majestades de Oriente, junto con aquellas donde pedía la bici y la Barbie Cristal (me trajeron la Corazón, menudo chasco me lleve).

Pero hay otros traumas más serios, más dolorosos. Aparte del de no haber tenido una hermana (ese me pesó mucho en mis primeros años, con el paso del tiempo lo superé gracias a mis amigas) se suma el de comprobar que tus padres no se quieren nada. Porque es así, o al menos esa es la percepción que yo tengo. Imagino que es una realidad que siempre ha estado presente ante mis ojos pero yo no la empecé a ver hasta los dieciseis años. Mis padres malamente se soportan, discuten toooodos los días y yo no sé como no se han divorciado hace por lo menos veinte años. Tengo la certeza absoluta que si en vez de en el 69 mis padres se hubieran casado en el 89, y si me apuras en el 79 (y en vez de 65 tuvieran ahora 55 años) se habrían divorciado fijo.

De hecho no se muy bien como se casaron pues son completamente opuestos, que no complementarios. Por ejemplo a mi padre le encanta salir de vacaciones y mi madre a duras penas sale de casa para ir a la playa. Es verdad que la fibromialgia la ha limitado mucho (cuando te duele todo no te apetece hacer nada) pero eso unido a su carácter pesimista es una bomba de relojeria. A lo que hay que añadir la escasa sensibilidad de mi padre hacia ciertos temas así como su absoluta dejadez y descuido en lo que a temas domésticos se refiere (como dejar la ropa tirada por todos lados, ensuciar a más no poder, etc. etc) que hace a mi madre trabajar el doble.

Pero no diré que mi madre sea una victima al cien por cien. A veces también resulta inaguantable. Lo quiere controlar absolutamente todo y eso la irrita porque ve que no es posible. Le encantaría que mi padre fuese un perrito faldero que estuviese alrededor de ella todo el día (y nada más lejos de la realidad pues literalmente mi padre va a lo suyo). Tiene celos de mi abuela y de mi tía porque mi padre las dedica a ellas más atenciones (esto es cierto). Y sobre todo mi madre odia a su suegra, mi abuela. No, no digo que le caiga mal, o que no la soporte. No. LA ODIA. Con todas sus fuerzas y es incapaz de disimilarlo. Y bien es cierto que mi abuela Maria Luisa a veces es insufrible y dan ganas de pegarle un chocazo y quedarse tan a gusto. Pero no es menos verdad que mi madre sólo es feliz cuando te viene con los cuentos de la abuela "que si ha hecho esto", "que si ha dicho lo otro". Y si es cierto que Mary Lou (como yo llamo a mi abuela en broma) es desconfiada y a veces sale por peteneras sin venir a cuento, pero es una anciana de 89 años, que está casi ciega, que apenas oye, que casi no puede andar y que la única distracción que tiene es darle vueltas a la cabeza, porque ni puede ver la tele, casi ni escuchar la radio, ni coser, ni caminar, ni nada de nada. Y mi madre no es capaz de comprender eso, que hay ciertas cosas que no las hace a posta, sino que son producto de sus limitaciones sensoriales.

Esos traumas familiares me han marcado de alguna manera. Pero eso lo contaré otro día, en una segunda parte. Por hoy creo que es suficiente. Mi corazón con estas movidas se vuelve pesado como una losa

jueves, 28 de agosto de 2008

Que viva mi Atleti

¡¡¡Si!!! Once años después el Atlético de Madrid vuelve a la Copa de Europa (como se decía en mi infancia). Escuché la primera parte por Onda Cero (¿Dónde está Javier Ares?) y según mi hermano Jose Andrés la segunda parte fue memorable e irrepetible durante los próximos años.

Aún recuerdo el día que me hice del Atleti. Todavía no iba a parvulos, por lo que tenía cuatro o cinco años. En el comedor teníamos una pipa de bronce, regalo de mi tio Ismael (qepd). Y dentro de la misma un broche (ahora conocido como pin) del Atleti. Yo entonces no sabia que era, pero me gustaba mucho por sus franjas rojblancas. Ni corta ni perezosa me lo enganché a mi vestido de lana azul (uno que me hizo mi madre y me encantaba). Entonces no entendía mucho de moda (más o menos como ahora) y no era consciente de la mala combinación entre el pin del Atleti y un vestido con lazo al cuello. De tal guisa anduve varios dias. Hasya que por fin en una gloriosa jornada le pregunté a mi hermano Jose a quien pertencía ese escudo.

- Es del Atlético de Madrid, mi equipo de fútbol.

Y en ese momento automáticamente me hice del Atleti, de mi Atleti. Años después me regalaron un pin del Atletico Aviación que llevaba en mi cazadora en la época del instituto método bastante bueno para entablar conversación con chicos, que me preguntaban sobre mis aficiones balompédicas).

Para bien o para mal ser del Atleti mola. Sufres mucho, pero las alegrias cuando consigues un pequeño triunfo son dobles. Y además cuando pierde la selección (este año ha sido una excepción) no te llevas disgustos, como los madridistas de turno, acostumbrados a ganar siemrpe. Como decía Gil ser del Atleti es un estilo de vida, no se si de pupas o perdedor, pero si de manera de enfrentarte a la cruda realidad, en la que muchas veces te dan con la puerta en las narices. Ser del Madrid es el recurso fácil: lo de subirse al carro del vencedor es muy propio de los españoles.

Recuerdo momentos gloriosos de mi equipo. Aquel 0-4 en el Bernabeu con Futre como protagonista. Aquel sabado de la remontada del 4 a 3 contra el BCN que Telemadrid suele recordar en los derbys. Las dos copas del Rey consecutivas. Êl record de imbatibilidad de Abel. Por supuesto el año del doblete (¡¡año en el que el Madrid no se clasificó para competiciones europeas, eso si que fue felicidad!!) y otras tardes más. Quizás los momentos tristes han sido más numerosos (el descenso a segunda, of course y la eliminación contra el Steaua de Bucarest, si mal no recuerdo, cuando era niña y que me sentó tan mal). Pero siempre he permanecido fiel a mis colores.

En Europa este año no sé que tal lo haremos. Probablemente el Liverpool nos funda los plomos. pero no importa. El día que ganemos lo haremos a lo grande (o de manera injusta en el último momento, sufriendo como siempre) y la alegría será inmensa. Si, el fútbol es otra de mis frivolidades preferidas.

Pero sobre todo, pase lo que pase esta temporada, siempre nos dirán:

"Y tu, ¿por qué eres del Atleti?"

martes, 26 de agosto de 2008

Dieciseis días en Pekín

Los Juegos OLimpicos han terminado. Son mi evento frivolo favorito junto con los Oscar de Hollywood. Mi generación, marcada en su día por la designación de Barcelona como sede olímpica y los grandes fastos del 92, es bastante aficionada a este espectáculo-negocio deportivo.
No recuerdo las olimpiadas de Los Angeles, pero si guardo un recuerdo muy vivido de las de Calgary y Seul en el 88, que seguí por televisión cuando solo habia dos cadenas. Es más, por motivos sentimentales-melancólicos realicé en la facultad un trabajo sobre la cobertura informativa de los JJOO de Calgary (nunca unos juegos de invierno fueron tan retransmitidos debido a la elección de BCN. Las demás ediciones, salvo Albertville 92, apenas aparecen en la tele pública).
Evidentemente y como buena española seguí con entusiasmo la 25 Olimpiada (usease, la de Barcelona) y me emocioné mucho con los triunfos de mis paisanos. En estas de Pekín (no se porque ahora todo el mundo se empeña en decir Beijing) he flipado con la natación sincronizada (para mi son unas superdotadas), con la final de los 100 metros lisos, he visto hasta la final de halterofilia femenina (un deporte muy fácil de ver) y me ha dado tiempo a odiar a ese Phelps, que ha osado desafiar a Mark Spitz sólo porque Speedo le pagaba si superaba el record del americano de origen judio.
Aún guardo el libro de las Olimpiadas que tuve que estudiar para el concurso de Cajamadrid cuando estaba en el cole. Me gusta echarle un vistazo de vez en cuando, aunque ha quedado obsoleto (la última olimpiada que recoge es la de Seúl 88). Hace mucho hincapié en lo del espiritu olimpico que defendia Pierre de Coubertin, cosa que se ha perdido (si la Olimpiada moderna subsiste es porque es un auténtico negocio para paises y empresas privadas).
Durante algunos años yo medía mi vida por bisiestos y olimpiadas, pues coincidian con años en los que se producía algún cambio relevante en mi vida (pasar del cole al insti, del insti a la facul, de la facul al mundo laboral...). Ahora que soy una adulta gris con vida monótona las olimpiadas no marcan periodos de mi existencia, pero me encanta seguirlas, y daría mi brazo derecho por cambiarme unos días con el hermano de mi amiga Chus, fisioterapeuta de la selección española de triathlon que ha estado en Pekín (también en Atenas) y se ha cruzado en la villa olimpica con Gasol, Bekele, Almudena Cid y otras figuras internacionales del deporte. Pero como este sueño de vivir un día en la villa Olímpica creo que es imposible de cumplir, me seguiré conformando con seguir las pruebas desde mi sillón, tomando una cervecita bien fresca. Eso si que es deporte

viernes, 22 de agosto de 2008

Miedo a volar

Miedo a volar

He concebido este blog como algo festivo, alegre… pero no puedo obviar la horrible tragedia de Barajas. Familias enteras han desaparecido. Y no se que es peor: que toda una familia haya muerto o que uno de sus miembros sobreviva y se quede solo en el mundo. Es algo realmente aterrador…

Este accidente me confirma en mi miedo a los aviones. Si, ya sé que es el medio más seguro del mundo (leí que las posibilidades de fallecer en accidente de tráfico son una entre cinco mil mientras que las de morir en accidente aéreo se sitúan en una entre once millones). Aunque creo que se trata de algo innato en mi, puedo poner fecha al comienzo de mi pánico a volar. Fue en el año 1985 cuando un avión con destino Bilbao se estrelló contra una antena de televisión. La noticia me impresionó bastante. El caso es que una tarde subí a casa de mi amiga Soraya. Estábamos solas y sobre la mesa camilla del salón la revista Pronto, cuya noticia de portada era la del siniestro aéreo (desde entonces le cogí bastante repulsión a esta publicación). Como siempre me ha gustado hojear las revistas, y a pesar de que sabía lo que me iba a encontrar, no pude evitar abrir el Pronto. Entonces ví varias fotografías con restos de fuselaje, ropas destrozadas y juraría que algún que otro miembro humano (bueno, esto último no se si es un recuerdo imaginario o real, ya sabéis que este cerebro perverso nos juega malas pasadas… aunque, ¡voto a Dios, capitán Alatriste! Juraría que aquello que vi fue real).

Pero a pesar de este temor fundado/infundado a volar, siempre sentía curiosidad por montar en avión. Y por fin lo logré a mis 27 años, cuando fui a Las Palmas de Gran Canarias en Spanair, vuelo JK 5055, en un MD-80 (ahora es cuando pienso que esta tragedia le podía haber tocado a cualquiera, osea a mi).

He logrado sobrevivir a mis dos viajes en avión (Las Palmas de GC y Roma) a pesar de mi hipocondría natural gracias a:

a)El Sumial. Un medicamento maravilloso que solo se vende con receta médica.
b)Que ambos viajes duraron menos de dos horas y media.

La primera vez que me monté el avión tenía DVD. El comandante fue enrollado y antes de ponernos la peli de rigor nos mostró en la pantalla el mapa con nuestra ruta de navegación con los siguientes datos:

Altura: 9000 metros
Temperatura exterior: -50º C
Velocidad: 840 km/h

Entonces mi cerebro hipocondriaco empezó a maquinar:

“Si hay una grieta en el fuselaje… ¿de qué moriría primero? ¿congelada por la baja temperatura? ¿Asfixiada por la falta de oxigeno? ¿O directamente estallaría mi corazón por la presión? Joder, quiero llegar ya, quiero llegar ya, quiero llegar ya”.

Pero gracias al Sumial (alabado sea Dios) mis pensamientos no degeneraron en una crisis de ansiedad, sino en unas enormes ganas por aterrizar.

Aunque peor fue el despegue en Madrid con destino a Roma. A Dios pongo por testigo que nada más despegar sentí como si el avión se quedara suspendido en el aire por escasos segundos. Cogí asustada la mano de mi amiga Laura y muerta de terror (aunque el Sumial, una vez más, aminoró sus efectos) le dije: “Se ha quedado suspendido el avión en el aire”. Obviamente, mi amiga se rió de mi y me tildó de chiflada.

Pero mi masoquismo es supremo en lo que a viajes en avión se refiere. Mucho miedo, mucho pánico pero siempre me pido ventanilla y me encanta mirar y ver las carreteras diminutas y el contorno de las tierras. Y comienzan mis reflexiones absurdas (todo un clásico en mi):

“Oh, parece que estoy viendo un mapa” o bien “¿Cómo podrían los antiguos trazar los mapas con tanta precisión sin tener satélites?” (esta última pregunta tiene una respuesta: las matemáticas, pero como buena chica de letras jamás he entendido muy bien la vinculación entre trazar mapas y los numeros).

Desde que fui a Roma hace ya tres años no he vuelto a montar en avión. Por un lado me gustaría repetir porque me mola ver la tierra desde las alturas. Por otro lado me da pánico pensar que si hay un problema técnico grave las posibilidades de morir son del 95%. En fin. No es muy intención frivolizar sobre esta terrible tragedia (por favor, no lo entendais así, no es esa mi idea). Montar en avión es algo maravilloso pero a la vez algo arriesgado, peligroso. Como la propia vida

martes, 19 de agosto de 2008

Segundas partes

Lo volvemos a intentar. Lo del blog, vamos. Tras el fallido intento de Minea´s world viene aqui Ideas, reflexiones y paranoias. ¿Cuánto durara? El primero alcanzó la cifra record de dos meses, que espero superar. En cualquier caso prometo no rayarme tanto. ¿Segundas partes nunca fueron buenas? ¡Qúién ha dicho eso? ¿Y El señor de los anillos II? ¿Y El Padrino II? ¿Y la segunda medalla de oro de Carl Lewis? Dispuesta a romper el maleficio, aqui inicio mi nuevo blog. ¡¡Larga vida al blog!!