jueves, 30 de octubre de 2008

Sin tema

Hoy no se de que hablar pero me apetece contar algo.

Hoy que he recibido la nómina podría reflexionar sobre lo asqueroso que es ser pobre. Tengo dinero ahorrado y me lo estoy fundiendo en el piso. Mi última adquisión, unos sofás de piel por 1.600 euros. Quien lea esto dirá ¡joder con la pobre! Pues si, esas vacaciones que no disfruté, esa ropa que no me compré, esos helados que no me comí... todo esto ahora se ha materializado en una cocina, un cuarto de baño y unos sofás, y en potencia puede ser un mueble para el comedor, una mesa y unas cortinas. Pero no me preocupa gastarme el dinero ahorrado. Lo que me chincha es que con la hipoteca mis posibilidades de ahorro se reducen mucho. Y como tengo en el corazón de un Silas Marner trasnochado, pues me encanta ahorrar y contar el dinero. Llevo mal lo de vivir al día (hecho éste que será mi realidad durante los próximos 25 años).

Pero depositaré mis esperanzas en la loteria. Es lo único que me queda.

Podría hablar también de mi obsesión última por la muerte. La mia y la de mis padres. La jubilación de mi papa me ha llevado a retomar la crisis existencial de los treinta. El fallecimiento en enero de mi tío Ismael también me ha afectado bastante en este sentido. Hay días en los que sólo pienso en los límites de mi existencia. Es cierto que desde que tengo uso de razón me preocupa el paso del tiempo y la muerte. Es una obsesión permanente en mi, que a veces me abandona pero siempre está ahi, latente. Pero no quiero profundizar hoy en el tema. Sería ponerme triste y plomiza (como el día, como el otoño).

Podría hablar de mi mania adquirida últimamente de empezar el periódico por atrás. De la fiesta de Halloween de este viernes que organiza Fer y como me repatea no disfrazarme en Carnavales y si hacerlo en esta party importada. Podría hablar contra (y a favor) del imperialismo yankee. Podría hablar de la maternidad de mi compañera de trabajo y de mi amiga Noelia. Podría hablar de mil cosas. Todas serían hablar de mi. Pero supongo que hoy no quiero entrar de lleno en ninguna. Supongo que ese es mi problema (entre otros): siempre en la superficie, bordeando la vida. Nunca comprometiéndome en ella

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