Nada. sigo siendo pobre. ¡Ni un céntimo en la Loteria! nada nuevo bajo el sol.
Últimamente el blog tiene un tono melancólico y plomizo que refleja mi estado de ánimo. Pero prometí no rallarme mucho y cambio el chip. Hay que estar alegre. Que es Navidad.
Así que hablaré de estas fechas tan señaladas, donde todos son tópicos, tradiciones y costumbres. Desde la Loteria, hasta las tarjetas que escribo, el recuerdo de los ausentes, los regalitos, las luces, el pavo, el marisco... Toda una liturgia. Recuerdo las tardes de Nochebuena tremendamente aburridas en mi casa. Mis amigas, Noelia y Cristina, se iban a Getafe a cenar con sus abuelos, y yo me quedaba sola y me aburría mortalmente. El olor a pavo invadía toda la casa y me resultaba de lo más desagradable. Tampoco podía contar con mis primas, que se iban con la familia de mi tio. En suma, un rollo de primera. Y lo mismo en Nochevieja. Y aunque de mayor la tónica no ha cambiado mucho, procuro buscarme actividades con las que distraerme (internet, una lectura, ir con las amigas a tomar algo...) que me hacen granjearme la también típica charla de mi madre:
- Es que no me ayudas nada en la cocina. Te vas por ahi con las amigas y ¡hala! para mi todo el trabajo
- Pero mama, ¡pero si no me dejas meter baza! Lo único que me dejas es partir el turrón y cortar el embutido.
Y aunque en mi casa la Nochebuena y la Nochevieja no son un despiporre (las manias de mi madre nos impiden reunirnos con mi tía), todas esas pequeñas tradiciones hacen especial estos días, aunque para mi no resulten superdivertidos. Simplemente trato de disfrutarlos, guardarlos en mi corazón y mi memoria, pues se que algún día las echaré de menos.
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