Ultimamente no tengo tiempo ni para escribir este blog. Y no es que la pereza me pueda y haya decidido abandonarlo, no. Me prometí que este blog duraría un tiempo razonable y en ello estoy (lo cual no significa que un día se extinga de la misma manera en la que surgió: en silencio, sin armar escándalo).
Lo que ocurre es que llevo una semana saliendo de casa a las 7.30 de la mañana y regresando sobre las 8.30-9 de la noche. Trece horas me paso pegada al ordenador, y francamente cuando llego a casa no me apetece ponerme delante de la pantallita. Lo cual significa además una acumulación importante de mensajes en mi correo electrónico, pero eso es lo de menos.
No tengo tiempo para ir a la piscina, para ver la tele, para pintar mi piso (mi hermano Paquito se lo está chupando todo). No tengo tiempo de nada de nada. Me paso el día currando. Mi compañera de las mañanas se ha dado de baja por maternidad antes de lo previsto y nos ha pillado a todos un poco en bragas. Yo me había ofrecido a hacer su baja, pero una cosa son 18-21 semaanas, que era lo previsto, y otra cosa las 25-26 aproximadas que se va a estar en su hogar (y que conste que 18 semanas ya es un palizón). Al final van a busvcar a alguien que la supla, pero mientras tanto ahi estoy yo, trece horas cogiendo telefono, pasando llamadas, picando datos, atendiendo a los compañeros, etc, etc. Como de momento sólo he hecho una semana a tiempo completo no estoy muy cansada ni fisica ni psicologicamente, pero recordando mis epocas de estudiante, cuando tenía una beca por las mañanas y la facul por las tardes, a los dos meses estaba jarta de no ver a mis padres, hermanos, no comer en casa y no tener tiempo para estudiar. Y ahora más o menos igual. Y todo por la maldita hipoteca. ¡Qué asco de piso, pienso a veces! Debido a mi exiguo sueldo se que los apuros economicos presidirán mi vida. Ahora tengo algo de dinero ahorrado y vivo con mis padres que cubren mis gastos básicos. Pero se que dentro de un tiempo, no mucho, eso se acabará y no llegaré a fin de mes. En fin. Entonces no me quedará otra que ponerme a trabajar en otro sitio. Y el cansancio no será una disculpa. Tantos esfuerzos... tan vanos... ¡ay vida perra! ¿Por qué no habré sido capaz de colocarme en un medio de comunicación? ¿por qué no he sido capaz de ganarme la vida como periodista o como escritora? Bueno, se las respuestas, pero no me apetece hoy hundirme en la miseria. Tiempo tendré.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario