martes, 24 de febrero de 2009

Mi frivolidad favorita

Admito que soy una persona frivola. No es que me enorgullezca de ello, ni mucho menos. Me hace ser fútil, vana, y tomarme a la ligera cosas importantes. No se trata de desdramatizar lo malo, no. Mi frivolidad me lleva a no penetrar en lo bueno, en lo importante.

Pero hoy hablaré de mi frivolidad positiva, por llamarla de algún modo: Los Oscar de Hollywood. Mis dos sueños periodísticios eran cubrir unos Juegos Olímpicos y retransmitir la gala de los Oscar, o al menos, la alfombra roja, como hace mi compañera de promoción, la alcorconera Cristina Teva. Como no tengo Canal Plus tampoco puedo seguir la gala en directo y no me arriesgo a conectarme a una página web creada ex proceso porque mi conexión a la red de mi querido y anónimo vecino benefactor (Dios le de larga vida) no es muy buena. Me conformo con ponerme el despertador a las cinco de la mañana y escuchar por la radio, a través de la SER, la última hora de los premios, que es donde está la chicha. Antes de que Canal Plus cediera su señal a Cuatro, me veía el resumen de dos horas que siempre echaban al día siguiente, pero eso pasó a la historia. Aún recuerdo, como hace tres años, Canal Plus emitió un programa americano de la Alfombra Roja en abierto y cortó justo cuando comenzó la gala a eso de las dos y media de la madrugada (mi gozo en un pozo).

Me gusta ver los vestidos, el In memoriam. los discursos estúpidos y brillantes, los agradecimientos, todo. Dicen que ya no hay tanto glamour como en los cincuenta y sesenta, pero que quereis que os diga, me encantan los Oscar. Cuando sea rica y tenga el canal Plus los veré una noche en directo. Pero si sueño... ¿por qué no verlos en persona? Es gratis imaginar...

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