martes, 24 de febrero de 2009

Mi frivolidad favorita

Admito que soy una persona frivola. No es que me enorgullezca de ello, ni mucho menos. Me hace ser fútil, vana, y tomarme a la ligera cosas importantes. No se trata de desdramatizar lo malo, no. Mi frivolidad me lleva a no penetrar en lo bueno, en lo importante.

Pero hoy hablaré de mi frivolidad positiva, por llamarla de algún modo: Los Oscar de Hollywood. Mis dos sueños periodísticios eran cubrir unos Juegos Olímpicos y retransmitir la gala de los Oscar, o al menos, la alfombra roja, como hace mi compañera de promoción, la alcorconera Cristina Teva. Como no tengo Canal Plus tampoco puedo seguir la gala en directo y no me arriesgo a conectarme a una página web creada ex proceso porque mi conexión a la red de mi querido y anónimo vecino benefactor (Dios le de larga vida) no es muy buena. Me conformo con ponerme el despertador a las cinco de la mañana y escuchar por la radio, a través de la SER, la última hora de los premios, que es donde está la chicha. Antes de que Canal Plus cediera su señal a Cuatro, me veía el resumen de dos horas que siempre echaban al día siguiente, pero eso pasó a la historia. Aún recuerdo, como hace tres años, Canal Plus emitió un programa americano de la Alfombra Roja en abierto y cortó justo cuando comenzó la gala a eso de las dos y media de la madrugada (mi gozo en un pozo).

Me gusta ver los vestidos, el In memoriam. los discursos estúpidos y brillantes, los agradecimientos, todo. Dicen que ya no hay tanto glamour como en los cincuenta y sesenta, pero que quereis que os diga, me encantan los Oscar. Cuando sea rica y tenga el canal Plus los veré una noche en directo. Pero si sueño... ¿por qué no verlos en persona? Es gratis imaginar...

martes, 17 de febrero de 2009

De la maternidad y las soledades

Mi amiga Noelia ha tenido a su segundo hijo. Con treinta años. Nerea es una niña que se ha adelantado nueve días a la fecha prevista, parecida a su hermano David, dos años mayor que ella. Felipe, el padre, tiene 29 años y dice que se planta aquí.

Todos mis amigos del barrio están casados y tienen hijos. Susi tiene dos niñas (también con treinta años), Cristina, hermana de Noelia, tuvo a Raul con veintisiete tacos, Rubén no tiene niños pero lleva casado tres años (tiene veintiocho), Eli lleva casada un año (tiene veintiocho también) aunque todavía no tiene niños, Vanessa y Carolina, sin hijos y viviendo en pecado, llevan amancebadas con sus respectivos novios más de un año...Yo soy la única que no tiene pareja (lo de la descendencia, de momento, no soy la única) y que vive en casa de sus padres, a pesar de tener piso propio. Y yo que parecía la más espabilada cuando éramos niños...

Mis amigas del instituto (mis amigas-amigas, con las que salgo y viajo) viven aún en casa de sus padres y no tienen niños y no están casadas (aunque casi todas tienen novio). En el curro, somos once chicas, y salvo yo todas están emparejadas (y las edades nuestras comprenden entre los 25 y 42 años). Si, definitivamente soy un bicho raro (por estas y otras circunstancias).

Admito que nunca he sido muy maternal. Los niños me gustan pero sólo un ratito. Cuando lloran mucho me pongo nerviosa y no se como tratarlos. Sin embargo, desde que nació mi sobrino hace tres años y desde que mis amigas tienen niños admito que mi relación con los niños ha cambiado. Me apetece más estar con ellos y los aguanto un poco mejor cuando lloran. Creo que es el reloj biológico.

Cuando cumplí los dieciseis años medité sobre las dos razones principales por las cuales nunca seré madre:

1)No creo encontrar a alguien con quien me apetezca tener un hijo o que le apetezca tener un hijo conmigo
2)O sería muy estricta con ellos o muy blanda, lo cual deriva en dos posibles alternativas: que me odien por represora o que me maltraten y abusen de mi

Pasados doce años desde estas reflexiones (con las que sigo estando de acuerdo) mi perspectiva a cambiado en muchas cosas. Añado un tercer motivo esencial a mi falta de instinto maternzl: mi egoismo y mi cobardía: tener hijos supone renunciar a ti en favor de otros y supone equivocarse cada día, cosa que da pánico a pesar de errar mil veces todos los días. Pero también sé que, como dice mi amiga Rocío Herraiz, puedes vivir sin sexo y sin hijos sin ningún problema, pero te pierdes dos cosas esenciales de esta vida y en cierto sentido no eres una persona completa.

En suma, confieso cierta envidia hacia mis amigas esposas y madres. No sé si me cambiaría por ellas, pero a veces me dan envidia. Hay momentos en los que a mi también me gustaría vivir con un hombre bajo el mismo techo, engendrar hijos, estar embarazada, criar a mis niños... Siento que ahora tengo una energía para hacer esas cosas que dentro de unos años no tendré. Además, como dice mi padre, "la juventud cree que siempre va a ser joven y eso no es así". Es decir, que si no tengo hijos o marido se que algún día, si llego, estaré sola y no tendré a nadie que se ocupe de mi. Me da miedo el llegar a vieja y ponerme enferma y que nadie me pueda echar una mano. En resumen, aunque suelo hacer muchas cosas sola, y disfruto mucho de mi soledad, me aterra la soledad. Lo único que me queda es cuidarme para intentar estar sana siempre y así no tener que depender de nadie y valerme por mi misma. Pero en cierto sentido eso es una loteria y no depende estrictamente de mi ni de mis sanas costumbres.

Vaya, que cada vez veo más posible lo que me autopredije hace muchos años: que no voy a tener descendencia ni pareja. Pero cada vez esa perspectiva me entristece más y me pone más nerviosa

martes, 10 de febrero de 2009

Encerrona gay

Quien me iba a decir a mi que acabaría cenando sola con cuatro chicos... gays.

Pues si. Ya puedo presumir de compañero de trabajo homosexual. Ya sabeis, como en toda buena serie de televisión que se precie. Si, yo también tengo trato con un homosexual: Uranio.

El viernes pasado un compañero de trabajo me invitó a cenar a su casa:

- Vaa venir Javi a mi apartamento, ¿te apetece venir a casa a cenar y así le ves?

Javi es un antiguo compañero de Uranio y mio, que se fue del curro en busca de la felicidad y tras varios años con su novia salió del armario y se echó un novio para sorpresa de algunos (otros ya sospechaban de sus inclinaciones). Yo me llevaba muy bien con Javi y me apetecía saber de él.

Ya en el piso vi a Javi, a su respectivo (haciendo honor a los tópicos: el chaval estaba muy bien fisicamente), mi actual compañero de curro, Uranio, y al compañero de piso de éste último desde hace un año.

Entonces Uranio me enseñó el duplex que comparte con su colega desde hace un año. Cuando llegamos al piso de arriba entramos en una pequeña habitación con una cama.

-Y este era mi cuarto, pero ahora es la habitación de los trastos - me explica Uranio
-Ya- responde mi menda
-Bueno... ¿qué te parece?
-Bien, está muy bien
-Ya, ya... pero ¿qué te parece?
-.....
-¿No lo vas pillando?
-¿El qué? ¿Hay algo que pillar?

A mi pregunta ingenua Uranio respondió con una risita. Pasamos en ese momento a una segunda estancia.

-Y esta es la habitación- anuncia Uranio

Cuando vi la cama de matrimonio y que no había más habitaciones comprendí lo que me quería decir. ¡¡Uranio es marica!!

Ni en un millón de años lo hubiera soñado. Uranio, como Javi, había tenido novia muchos años y la dejó, pero después se había puesto a golfear con chicas (o eso creía yo).

-Llevamos más de un año juntos - me explica mi compañero- pero, ¿nunca lo has sospechado?- me pregunta
-Pues no, yo no soy de las que piensa que el irte a vivir con un amigo sea sinónimo de vivir juntos como una pareja. ¡Y yo que te quería apañar con mi amiga Chus! Menudo ojo clínico

Pues si, ni en un millón de años hubiera imaginado que Uranio es gay. No sé, no da el tipo (viva yo y mis prejuicios). En fin.

Me puse a cenar con los cuatro chicos. Hubo un momento en que me sentí como en una película americana, o como Bridget Jones. Nunca había cenado sola con cuatro chicos a la vez. Y menos aún con cuatro homosexuales. En fin, si es que al final tengo razón: la vida me guarda aún muchas sorpresas.

jueves, 5 de febrero de 2009

Los Goya

El domingo por la noche retomé una antigua tradición: ver la gala de los Goya. Hacia unos añitos que no la veia, por pereza, pero decidí que a era hora de dar audiencia al cine español. Me esperaba más de Carmen Machi. Bueno, no de ella sino de los guionistas. No le dieron oportunidad de lucirse. En los Oscar, al presentador normalmente le dejan unos minutos para su video, su monólogo... pero a ella nada de nada. Lo único gracioso fue cuando leyó las críticas del día siguiente. Los gags de Muchachada Nui ni fu ni ni fa. Aunque he de confesar que ese humor tan absurdo no lo entiendo y por eso no me hace gracia. No soy lo suficientemente inteligente para ello. No obstante la gala no me resultó pesada. Lo que la estropeó fue la publicidad. Si no hubiera habido tantos cortes, la retransmisión hubiese sido más fluida.

Las actrices muy monas. me gustaron muchos vestidos. Maribel Verdu iba muy bien. Me molaba el traje de Malenia Alterio y el de Carmen Elias. Me pondría el de Manuela Velasco. Y los chicos, afortunadamente, han descubierto casi todos que el esmoquin o el traje no va reñido con la modernidad.

Admito que no he visto ni una sola película de las premiadas o candidatas. Me animé con Los crimenes de Oxford, pero varios compañeros me quitaron la idea porque me dijeron que era mala. Con Camino, cuando acordé ir a verla, la echaban los domingos por la noche a las diez, y después de las juergas que una se corre el sábado, lo más probable es que a esas horas me duerma en la butaca, así que desisti. Confieso que últimamente no voy mucho al cine, y cuando voy, veo pelis extranjeras. ¿Por qué? En primer lugar no llegan muchas pelis nacionales a la cartelera, y cuando lo hacen, enseguida las suelen quitar por su falta de público. Otras no me seducen mucho. En general, me dan pereza. Creo que puedo citar todas las pelis españolas que he visto en gran pantalla: La Celestina, Juana la Loca, Barrio, Princesas, El arte de morir, El otro lado de la cama, Los lunes al sol, Secretos del Corazón, La mala educacion, Volver, El Camino de los ingleses... y creo que ninguna más.

No soy experta en cine. No sé como se puede resolver su eterna crisis. No me parece bien que subvencionen a todo Cristo (¿por que le dan euros a Almodovar cuando ya está forrado?). Pero no me parece malo como dicen algunos. Como el américano, o el francés, tiene pelis buenasy otras malas. De las que he citado, solo tengo mal recuerdo de dos: El arte de morir (que me pareció muy cutre) y El camino de los ingleses porque no le cogí el punto. Pero en las demás me reí, lloré, me emocioné, o salí encantada como cuando veo algunas pelis extranjeras. Me gustaría que el cine español fuese tan fuerte como el norteamericano. Deberé contribuir a ello

martes, 3 de febrero de 2009

Nadal

El domingo por la mañana estuve viendo el partido de Nadal. Gsnó consiguiendo así un hito, pues es el primer español que gana el Open de Australia. Al final, las lágrimas de Federer. No me extraña que llorara como un niño. En el tercer set, Federer ganaba comodamente su servicio, mientras que Nadal sufría y sufría, pero se mantenía. No cedía ni un juego. Es verdad que en el quinto set el suizo jugó peor, pero aún así, no me extraña que desesperara pues ni con su mejor tenis fue capaz de batir a un Nadal en estado de gracia.

Para mi Federer es un jugador más completo que el mallorquín. Tiene mejor técnica bajo mi punto de vista. Nadal desarrolla un juego más de fuerza, pero también arriesgado cuando tiene que serlo. Además tiene una cabeza privilegiada. No le tembló el pulso para levantar varios 15-40 con su servicio. Como dice mi amiga Bodo, Nadal le tiene comida la cabeza a Federer, y por eso le gana.

Aunque según mi modesta opinión Miguel Indurain es el mejor deportista español de todos los tiempos, este Nadal, con permiso de Angel Nieto, Severiano Ballesteros, Martín Fiz y tantos otros, va camino de convertirse en una de las grandes leyendas deportivas de este país. Me asusta el que siempre recalquen su humildad, pues al final, cuando te dicen las 24 horas del día que eres una persona humilde y agradable te lo acabas creyendo y puedes caer en cierto divismo, pero la verdad, me da seguridad ver la actitud sencilla de este joven.

Disfruté mucho de la mañana del domingo, con la nieve, Nadal en la tele y yo haciendo bici estática en casa. Eso si que es deporte.