jueves, 30 de septiembre de 2010

La gran derrota

El 29 de septiembre hubo huelga general. Si no me equivoco, la séptima desde que se inició la democracia en España. Las cifras, como siempre, dispares. Según los sindicatos, la huelga fue seguida por un 70% de los trabajadores. El Gobierno dice que sólo un 5% paró en su actividad. El consumo de energía con respecto a un día habitual descendió en torno a un 17%. Yo creo que este porcentaje es el más fiable, o por lo menos, más aproximado. Si extrapolo los resultados de mi centro de trabajo a la globalidad, sólo un 2% habrìa hecho huelga, pero hacer este razonamiento es una tonteria.

Hoy la prensa analiza el paro. Unos dicen que ha sido un gran fracaso de los sindicatos. Otros hablan de un fracaso de las políticas del gobierno que lleva a una huelga general. Yo creo que los grandes perdedores son los trabajadores en particular, y toda una generación de obreros en general.

Y digo esto porque es muy triste que los trabajadores no vayamos a la huelga (yo la primera) por razones como...

a)No hacer el caldo gordo a los sindicatos. Este motivo se lo he oído a un montón de gente y me entristece mogollón. Que los obreros vean a los sindicatos no como defensores de los trabajadores sino como funcionarios del estado y chupocteros es muy triste. Evidentemente los sindicatos tienen mucha responsabilidad en esta mala imagen, pero la gente les aplica la ley del embudo y eso tampoco está bien. Porque cuando uno tiene un conflicto laboral bien que acude al sindicato corriendo para que le defienda o asesore.
b)Lo importante es trabajar en esta época de crisis, asi que, ¿por qué hacer la huelga?. Este razonamiento es peligroso porque radicalizandolo lo llevo al regimen de esclavitud. "Mi jefe me hace la vida imposible, tengo unos horarios horrorosos, gano ochocientos euros, pero oye, tengo trabajo que es lo que importa".
c)Gano poco dinero y no me puedo permitir perder cien o doscientos euros en un mes porque no llego a fin de mes. Es triste también, porque se parece al argumento anterior. Y porque además lo cortés no quita lo valiente. Porque es tan importante ganar un sueldo como que cuando te despidan te paguen lo que te corresponde.
d)Es que yo soy de izquierdas y no voy a hacer la huelga contra un gobierno de izquierdas. Otra idiotez que denota fanatismo. Cuando una política laboral es mala, es mala, independientemente de que las decidan gobiernos de izquierdas o de derechas y no hacer una huelga a los de mi bando, porque son mi ideología, aunque me estén fastidiando de por vida, me parece un razonamiento pésimo.

En suma, me parece muy, muy triste que los trabajadores de hoy en día no queramos o no sepamos movilizarnos por nuestros derechos. Por los motivos que sean, pero resulta penoso el hecho de estar tan engullido dentro del sistema, tan resignado a "esto es lo que hay" que no nos arriesguemos, ya no por cambiar el mundo, sino por luchar porque no nos quiten aquello que ha costado tanto conseguir. Quizás los de mi generación, como hemos vivido en un regimen de libertades y derechos donde todo nos ha sido dado, no lo valoramos, como si hubieran sido derechos innatos, en vez de adquiridos. Y por eso yo creo que la escasa movilización en esta huelga general es la gran derrota de los obreros, de los trabajadores, grandes o pequeños, con mayor o con menor sueldo, con mejor o peor categoria. La gran derrota de todos nosotros, que nos meten en una balsa con agua ardiendo, nos condenan a la silla eléctrica por un crimen que no hemos cometido, y no somos capaces, ni siquiera, de protestar.

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