Estos días estoy viendo otro de mis eventos mediáticos clásicos del verano: Los campeonatos del mundo de atletismo al aire libre. Esta vez se disputan en Berlín, y de momento, la palentina Marta Dominguez ha ganado la medalla de oro en los 3000 obstáculos. Me alegro especialmente por ella sobre todo después de la final de las Olimpiadas de Pekín, en la que se cayó en la última vuelta cuando tenía opciones claras de medalla.
La prueba estrella de los campeonatos, aparte del marathon, es la de los 100 metros masculinos, básicamente por su espectacularidad. El record en esta categoria ha ido bajando, décima a décima, en los últimos años, y los más atrevidos osan a aventurar que Usain Bolt podría incluso acercarse a la barrera de los ocho segundos, toda una bestialidad.
Y entonces yo pienso. ¿Qué hay de los cien metros lisos femeninos? es uno de los records más antiguos del atletismo. El 10.49 de hace más de veinte años de la fallecida Florence Griffith no ha sido superado por nadie. ¿Se trata de una marca tan increible como la de Bob Beamon en el salto de longitud? ¿Acaso Florence Griffith era la mejor atleta de todos los tiempos o sencillamente se ponía hasta arriba de sustancias ilegales y ahora como controlan más el tema ya no es posible doparse tanto como para superar la marca? No sé. Pero me resulta curioso que en la prueba masculina el estratosférico record se supere décima a décima con cierta facilidad mientras que el record femenino se presenta como una meta inalcanzable.
Evidenremente una mujer nunca será tan rápida como un hombre. Ni tan fuerte. Si acaso más flexible, pero no se si esto es cierto. No se si alguna vez una mujer bajará de los diez segundos, pero.... ¿tanto cuesta rebasar los 10.49 en la època de la biomecánica?
No se si mis reflexiones se deben a la más simple ignorancia y sencillamente estoy diciendo tremendos disparates o es que no interesa tanto que el atletismo femenino mejore sus marcas porque sencillamente no interesa a nadie el deporte (atelismo) femenino y no se ponen los medios para lograr marcas más espectaculares en la prueba reina de la velocidad
jueves, 20 de agosto de 2009
martes, 11 de agosto de 2009
Verano
El mes de julio junto con el de marzo es uno de mis favoritos del año. No puedo decir lo mismo de Agosto, en el que los días ya empiezan a acortarse y vienen las fiestas de Leganés, en las que siempre la reflexión acude a mi mente en plan ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿adónde voy?. No obstante el verano es mi época favorita del año, y si estoy de vacaciones, mejor que mejor.
Admito que desde que no coincido con mis amigas en las vacaciones, cuando éstas llegan, parece que no me apetecen tanto, pero una vez que me introduzco en el mundo del descanso, lo que no quiero es volver a trabajar. Este año he sufrido bastante el sindrome post-vacacional. En primer lugar por la gran cantidad de trabajo acumulado en mi ausencia (empiezo a creer que soy imprescindible en mi división= y en segundo lugar por la falta de motivación en mi puesto, que cada vez me parece más monótono y aburrido (que lo es).
Pero creo que aunque tuviera el trabajo más apasionante del mundo, si me pagaran sin hacer nada sería feliz. Ya me buscaría mis propias actividades y obligaciones autoimpuestas. Admito que de mayor quiero ser como la Preysler, cuyo único trabajo consiste en cuidarse.
Pero como soy pobre no tendré nunca esa suerte. En fin, volveré a la cruda realidad. Mientras, seguiré disfrutando del resto del verano... aunque sea trabajando
Admito que desde que no coincido con mis amigas en las vacaciones, cuando éstas llegan, parece que no me apetecen tanto, pero una vez que me introduzco en el mundo del descanso, lo que no quiero es volver a trabajar. Este año he sufrido bastante el sindrome post-vacacional. En primer lugar por la gran cantidad de trabajo acumulado en mi ausencia (empiezo a creer que soy imprescindible en mi división= y en segundo lugar por la falta de motivación en mi puesto, que cada vez me parece más monótono y aburrido (que lo es).
Pero creo que aunque tuviera el trabajo más apasionante del mundo, si me pagaran sin hacer nada sería feliz. Ya me buscaría mis propias actividades y obligaciones autoimpuestas. Admito que de mayor quiero ser como la Preysler, cuyo único trabajo consiste en cuidarse.
Pero como soy pobre no tendré nunca esa suerte. En fin, volveré a la cruda realidad. Mientras, seguiré disfrutando del resto del verano... aunque sea trabajando
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