martes, 10 de julio de 2012

La muerte del universo conocido

A lo largo de la vida de una persona cambian mucho el contexto en el que se desarrolla como persona y profesional. Más aún en el siglo XXI, en el que el avance tecnológico es tan brutal, que cualquier logro queda obsoleto en apenas unos meses. Nos enfrentamos pues a nuevas situaciones que nunca habíamos afrontado, con consecuencias imprevisibles, aunque yo sigo pensando que en el fondo, muy en el fondo, todo está inventado.

Cuando yo era niña los críos jugaban en la calle. Había televisión, si, y alguna que otra maquinita que ahora llaman videojuegos e incluso ordenadores, pero no tenían a la infancia tan absorbida como ahora. No existía internet, era más difícil mantener una relación a distancia con familiares y amigos y a pesar de los medios de comunicación, era más difícil obtener información de los países más lejanos a nosotros.

Pero sobre todo, cuando yo era niña, los abuelos tenían su pensión y podían ir a la seguridad social sin tener que desembolsar - directamente - un dinero. Ahora, entre la crisis mundial, la mala gestión de nuestros políticos, el crecimiento de la población y el mal uso -porque no decirlo- de los servicios públicos por parte de los usuarios, todo ese estado "social del bienestar" que yo conocí siendo niña se está dinamitando y despareciendo.

Es cierto que el modelo social que tenemos era válido hace unos años y que ahora para mantenerlo hay que reconvertirlo. La esperanza de vida era más corta, la gente cobraba pensiones más bajas, se moría antes, no había tantas ayudas por minusvalías, etc. y la población era menos numerosa. Pero el cambio del contexto social en el que vivimos hace imposible mantener los márgenes que teníamos hasta ahora de beneficio público y social.

Es verdad también que en este país apenas tenemos conciencia de lo público. Lo público no es de nadie. Es gratis. Crece de los árboles y esta ahí porque si. No nos damos cuenta que lo público nos cuesta mucho dinero todos los años y que maltratar y abusar de los servicios públicos es maltratarnos a nosotros mismos y tirar piedras sobre nuestro propio tejado. Todo esto por parte de los ciudadanos, pero particulamente por parte de los políticos que se dedican a despilfarrar el erario público sin ninguna consecuencia para ellos.

Todo esto lleva a que ahora mismo las cosas estén cambiando, y mucho, en lo que a servicios sociales y públicos se refiere. No es que hayamos dado un paso atrás, es que vamos camino de retroceder cincuenta años, cuando la gente tenía que guardarse un dinero para pagar al médico, y si no tenía dinero para pagar, pues se aguantaba con sus dolores y su enfermedad.

De aquí a poco, si ya pagamos por todo, pagaremos más. El doble, el triple. Directa e indirectamente. Por el médico. Por la farmacia. Por los colegios. Por las pensiones. Por las carreteras. Por andar por la calle. Por respirar. Por estornudar. Por vivir. Y lo peor de todo es que con nuestro mismo miserable sueldo. Y no es que nos hayamos creído ricos y ahora tengamos que volver a lo anterior. No. Es que vamos a ser igual de pobres que hace cincuenta años.