Literalmente la palabra melancolía significa “humor negro”. En su origen era un término médico con el que los antiguos griegos definían a las personas que hoy llamamos depresivas o tendentes a la depresión.
El significado literal de esta palabra, como de tantas otras, se ha perdido. Ahora se usa para definir un estado permanente y sosegado de tristeza. Hay gente que dice que incluso tiene un punto dulce. La dulce nostalgia. La dulce melancolía. El recuerdo amargo, pero placentero a la vez, porque aunque pesa, no impide llevar una vida normal. Es como un acompañante, no muy liviano, pero que te hace recordar días felices y gloriosos. Y por eso tiene un punto dulce, suave, delicioso.
Y una mierda. La nostalgia, la melancolía, no tiene nada de dulce y agradable. Puede resultar romántica en plan película o novela romántica. “Oh, no es capaz de olvidar un amor pasado. Claro, es que fue tan grande…”. La nostalgia te acompaña, si. Hace que te sientas menos sólo. A veces el dolor es lo único que se tiene, y la gente se agarra a ese dolor porque es su única compañía y por tanto su único consuelo (independientemente de lo contradictorio del argumento). Pero la nostalgia nunca es dulce. No es un dolor agudo, que te quiebre el alma o te parta en dos. Pero no tiene nada de agradable, de dulce. Es dolor, dolor, dolor. Y el dolor nunca es agradable. Ni purifica como creen muchos. Te enseña cosas sobre ti mismo, si. Pero no es redentor de nada.
Sentir nostalgia te ata al pasado y no te deja avanzar hacia el futuro y no se disfruta del presente. Acompaña y quizás te hace sentir vivo, sentir algo, pero nada más. La nostalgia de los tiempos pasados, de las experiencias vividas, es dolorosa y angustiante. Y más cuando es nostalgia amorosa, que lo único que supone es recordarte lo solo que se encuentra uno. Lo lejano que se encuentra de los demás. La ausencia de compañía, de una mano, del abrazo del compañero que te ayuda a sobrellevar la a veces pesada carga del vivir.
PD. Hoy se cumplen diez años de un día que me sumió durante un par de años en la más profunda melancolía. Pero que supuso un aprendizaje importante sobre mi y sobre todo lo que me rodeaba y un cierto cambio de actitud hacía la realidad que me rodea.
miércoles, 17 de octubre de 2012
martes, 7 de agosto de 2012
Olímpicamente atrasados
Estos días se celebran los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Sin duda, junto con los Mundiales de fútbol, se trata del acontecimiento mediático deportivo más importante. De momento España lleva acumuladas seis medallas (sólo una de oro) y quedan cinco días de competición. Dificilmente pues se llegará al record histórico de Barcelona 92 con veintidos metales.
Cuando la selección española de fútbol gana la Eurocopa o el Mundial, o Rafa Nadal obtiene seis Roland Garros o Pau Gasol hace una buena puntuación en la mejor liga del mundo de baloncesto, sacamos pecho y decimos que el deporte español está en una progresión sorprendente, que nuestros deportistas son los mejores y que ya quisieran los gabachos. Pero ¡ay! llegan los JJOO, con multitud de deportes minoritarios, que prácticamente sólo se televisan en este acontecimiento, y los franceses, alemanes, italianos e ingleses, esos países con los que nos gusta tanto compararnos, nos ganan por goleada. Y ni siquiera podemos decir "es que somos africanos en lo que a educación deportiva se refiere" porque llega Kenia o Etiopia, te barren en atletismo y te hunden en el global del medallero. Y yo me pregunto, ¿a qué se debe todo esto?.
Evidentemente, no podemos negar, que en los últimos veinticinco años ha habido una progresión espectacular del deporte español. El Moscú 80, Los Ángeles 84 y Seúl 88 se obtuvieron menos de cinco medallas, mientras que en los últimos Juegos siempre se han obtenido más de diez. Esto significa que se ha mejorado mucho y hemos alcanzado mejor nivel, pero ¿acaso no habremos alcanzado ya nuestro tope?.
Yo no entiendo mucho de planificación deportiva, pero en mi humilde y profana opinión aún nos queda mucho por aprender de otros países. Para mi estas serían varias propuestas:
1.- Que en los colegios la educación física se tomara más en serio por parte de alumnos y profesores. Que hubiera una mayor implicación de todos y se educara al alumno, ya desde la escuela, en el sacrificio del deporte.
2.- Que a través de instituciones públicas y privadas se incentivara más el deporte base, particularme si no es fútbol. Digamos que debido a las infraestructuras que tenemos, en España es fácil practicar deportes como el fútbol, natación y baloncesto, pero, ¿qué hay de otros deportes? ¿Hay instalaciones sufientes? Los deportistas que son buenos, ¿tienen facilidades para desarrollar su carrera profesional como esgrimistas, piragüistas o jugadores de hockey? Porque si, como aficionados pueden tenerlo más o menos fácil, pero ¿qué pasa cuando son realmente buenos y tienen posibilidades de dedicarse a ello profesionalmente? ¿Reciben entonces el apoyo de instituciones públicas y privadas?
3.- Estaría bien que el dinero que se ha obtenido gracias a los triunfos internacionales en fútbol, baloncesto y balomano no se quedara por el camino en los bolsillos de los grandes trincadores y llegara a los deportistas aficionados y de base, y principalmente a los niños.
4.- No dudo de la profesionalidad de los entrenadores y preparadores españoles, pero al igual que el fútbol se contrata a los mejores para realizar la mejor planificación, sean de la nacionalidad que sean, sería interesante que se hiciera lo mismo en otros deportes (aunque claro, para otros deportes no hay dinero o sencillamente no se les condonan las deudas con la Hacienda Pública como ocurre en el fútbol. Lamentablemente al final todo se reduce a una cuestión: dinero).
5.- Finalmente, lo que más me duele, es que debido a la crisis en la televisión pública, estos Juegos serán los últimos que podamos ver tal y como son: una comunidad de deportistas de todo el mundo practicando deportes que si no los ves en unos JJOO no los ves nunca. Debido al coste excesivo de los derechos de retransmisión, mucho me temo que de ahora en adelante se fraccionará la compra de estos derechos, y así sólo se retransmitirán los que dan dinero: fútbol, baloncesto y alguna prueba de atletismo. Si esto ocurre ¿cómo en el futuro se van a interesar los ciudadanos por otros deportes minoritarios que no son fútbol?
En fin, según mi criterio nuestra mediocridad a la hora de motivar a los jóvenes para hacer deporte, el que todo sea fútbol, fútbol y más fútbol y la falta de dinero y apoyo a los jóvenes valores es lo que hace que España a nivel de deporte esté al nivel de la Antártida.
Cuando la selección española de fútbol gana la Eurocopa o el Mundial, o Rafa Nadal obtiene seis Roland Garros o Pau Gasol hace una buena puntuación en la mejor liga del mundo de baloncesto, sacamos pecho y decimos que el deporte español está en una progresión sorprendente, que nuestros deportistas son los mejores y que ya quisieran los gabachos. Pero ¡ay! llegan los JJOO, con multitud de deportes minoritarios, que prácticamente sólo se televisan en este acontecimiento, y los franceses, alemanes, italianos e ingleses, esos países con los que nos gusta tanto compararnos, nos ganan por goleada. Y ni siquiera podemos decir "es que somos africanos en lo que a educación deportiva se refiere" porque llega Kenia o Etiopia, te barren en atletismo y te hunden en el global del medallero. Y yo me pregunto, ¿a qué se debe todo esto?.
Evidentemente, no podemos negar, que en los últimos veinticinco años ha habido una progresión espectacular del deporte español. El Moscú 80, Los Ángeles 84 y Seúl 88 se obtuvieron menos de cinco medallas, mientras que en los últimos Juegos siempre se han obtenido más de diez. Esto significa que se ha mejorado mucho y hemos alcanzado mejor nivel, pero ¿acaso no habremos alcanzado ya nuestro tope?.
Yo no entiendo mucho de planificación deportiva, pero en mi humilde y profana opinión aún nos queda mucho por aprender de otros países. Para mi estas serían varias propuestas:
1.- Que en los colegios la educación física se tomara más en serio por parte de alumnos y profesores. Que hubiera una mayor implicación de todos y se educara al alumno, ya desde la escuela, en el sacrificio del deporte.
2.- Que a través de instituciones públicas y privadas se incentivara más el deporte base, particularme si no es fútbol. Digamos que debido a las infraestructuras que tenemos, en España es fácil practicar deportes como el fútbol, natación y baloncesto, pero, ¿qué hay de otros deportes? ¿Hay instalaciones sufientes? Los deportistas que son buenos, ¿tienen facilidades para desarrollar su carrera profesional como esgrimistas, piragüistas o jugadores de hockey? Porque si, como aficionados pueden tenerlo más o menos fácil, pero ¿qué pasa cuando son realmente buenos y tienen posibilidades de dedicarse a ello profesionalmente? ¿Reciben entonces el apoyo de instituciones públicas y privadas?
3.- Estaría bien que el dinero que se ha obtenido gracias a los triunfos internacionales en fútbol, baloncesto y balomano no se quedara por el camino en los bolsillos de los grandes trincadores y llegara a los deportistas aficionados y de base, y principalmente a los niños.
4.- No dudo de la profesionalidad de los entrenadores y preparadores españoles, pero al igual que el fútbol se contrata a los mejores para realizar la mejor planificación, sean de la nacionalidad que sean, sería interesante que se hiciera lo mismo en otros deportes (aunque claro, para otros deportes no hay dinero o sencillamente no se les condonan las deudas con la Hacienda Pública como ocurre en el fútbol. Lamentablemente al final todo se reduce a una cuestión: dinero).
5.- Finalmente, lo que más me duele, es que debido a la crisis en la televisión pública, estos Juegos serán los últimos que podamos ver tal y como son: una comunidad de deportistas de todo el mundo practicando deportes que si no los ves en unos JJOO no los ves nunca. Debido al coste excesivo de los derechos de retransmisión, mucho me temo que de ahora en adelante se fraccionará la compra de estos derechos, y así sólo se retransmitirán los que dan dinero: fútbol, baloncesto y alguna prueba de atletismo. Si esto ocurre ¿cómo en el futuro se van a interesar los ciudadanos por otros deportes minoritarios que no son fútbol?
En fin, según mi criterio nuestra mediocridad a la hora de motivar a los jóvenes para hacer deporte, el que todo sea fútbol, fútbol y más fútbol y la falta de dinero y apoyo a los jóvenes valores es lo que hace que España a nivel de deporte esté al nivel de la Antártida.
martes, 10 de julio de 2012
La muerte del universo conocido
A lo largo de la vida de una persona cambian mucho el contexto en el que se desarrolla como persona y profesional. Más aún en el siglo XXI, en el que el avance tecnológico es tan brutal, que cualquier logro queda obsoleto en apenas unos meses. Nos enfrentamos pues a nuevas situaciones que nunca habíamos afrontado, con consecuencias imprevisibles, aunque yo sigo pensando que en el fondo, muy en el fondo, todo está inventado.
Cuando yo era niña los críos jugaban en la calle. Había televisión, si, y alguna que otra maquinita que ahora llaman videojuegos e incluso ordenadores, pero no tenían a la infancia tan absorbida como ahora. No existía internet, era más difícil mantener una relación a distancia con familiares y amigos y a pesar de los medios de comunicación, era más difícil obtener información de los países más lejanos a nosotros.
Pero sobre todo, cuando yo era niña, los abuelos tenían su pensión y podían ir a la seguridad social sin tener que desembolsar - directamente - un dinero. Ahora, entre la crisis mundial, la mala gestión de nuestros políticos, el crecimiento de la población y el mal uso -porque no decirlo- de los servicios públicos por parte de los usuarios, todo ese estado "social del bienestar" que yo conocí siendo niña se está dinamitando y despareciendo.
Es cierto que el modelo social que tenemos era válido hace unos años y que ahora para mantenerlo hay que reconvertirlo. La esperanza de vida era más corta, la gente cobraba pensiones más bajas, se moría antes, no había tantas ayudas por minusvalías, etc. y la población era menos numerosa. Pero el cambio del contexto social en el que vivimos hace imposible mantener los márgenes que teníamos hasta ahora de beneficio público y social.
Es verdad también que en este país apenas tenemos conciencia de lo público. Lo público no es de nadie. Es gratis. Crece de los árboles y esta ahí porque si. No nos damos cuenta que lo público nos cuesta mucho dinero todos los años y que maltratar y abusar de los servicios públicos es maltratarnos a nosotros mismos y tirar piedras sobre nuestro propio tejado. Todo esto por parte de los ciudadanos, pero particulamente por parte de los políticos que se dedican a despilfarrar el erario público sin ninguna consecuencia para ellos.
Todo esto lleva a que ahora mismo las cosas estén cambiando, y mucho, en lo que a servicios sociales y públicos se refiere. No es que hayamos dado un paso atrás, es que vamos camino de retroceder cincuenta años, cuando la gente tenía que guardarse un dinero para pagar al médico, y si no tenía dinero para pagar, pues se aguantaba con sus dolores y su enfermedad.
De aquí a poco, si ya pagamos por todo, pagaremos más. El doble, el triple. Directa e indirectamente. Por el médico. Por la farmacia. Por los colegios. Por las pensiones. Por las carreteras. Por andar por la calle. Por respirar. Por estornudar. Por vivir. Y lo peor de todo es que con nuestro mismo miserable sueldo. Y no es que nos hayamos creído ricos y ahora tengamos que volver a lo anterior. No. Es que vamos a ser igual de pobres que hace cincuenta años.
Cuando yo era niña los críos jugaban en la calle. Había televisión, si, y alguna que otra maquinita que ahora llaman videojuegos e incluso ordenadores, pero no tenían a la infancia tan absorbida como ahora. No existía internet, era más difícil mantener una relación a distancia con familiares y amigos y a pesar de los medios de comunicación, era más difícil obtener información de los países más lejanos a nosotros.
Pero sobre todo, cuando yo era niña, los abuelos tenían su pensión y podían ir a la seguridad social sin tener que desembolsar - directamente - un dinero. Ahora, entre la crisis mundial, la mala gestión de nuestros políticos, el crecimiento de la población y el mal uso -porque no decirlo- de los servicios públicos por parte de los usuarios, todo ese estado "social del bienestar" que yo conocí siendo niña se está dinamitando y despareciendo.
Es cierto que el modelo social que tenemos era válido hace unos años y que ahora para mantenerlo hay que reconvertirlo. La esperanza de vida era más corta, la gente cobraba pensiones más bajas, se moría antes, no había tantas ayudas por minusvalías, etc. y la población era menos numerosa. Pero el cambio del contexto social en el que vivimos hace imposible mantener los márgenes que teníamos hasta ahora de beneficio público y social.
Es verdad también que en este país apenas tenemos conciencia de lo público. Lo público no es de nadie. Es gratis. Crece de los árboles y esta ahí porque si. No nos damos cuenta que lo público nos cuesta mucho dinero todos los años y que maltratar y abusar de los servicios públicos es maltratarnos a nosotros mismos y tirar piedras sobre nuestro propio tejado. Todo esto por parte de los ciudadanos, pero particulamente por parte de los políticos que se dedican a despilfarrar el erario público sin ninguna consecuencia para ellos.
Todo esto lleva a que ahora mismo las cosas estén cambiando, y mucho, en lo que a servicios sociales y públicos se refiere. No es que hayamos dado un paso atrás, es que vamos camino de retroceder cincuenta años, cuando la gente tenía que guardarse un dinero para pagar al médico, y si no tenía dinero para pagar, pues se aguantaba con sus dolores y su enfermedad.
De aquí a poco, si ya pagamos por todo, pagaremos más. El doble, el triple. Directa e indirectamente. Por el médico. Por la farmacia. Por los colegios. Por las pensiones. Por las carreteras. Por andar por la calle. Por respirar. Por estornudar. Por vivir. Y lo peor de todo es que con nuestro mismo miserable sueldo. Y no es que nos hayamos creído ricos y ahora tengamos que volver a lo anterior. No. Es que vamos a ser igual de pobres que hace cincuenta años.
martes, 15 de mayo de 2012
Por el interés te quiero Andrés
Hace un mes aproximadamente estuve con las amigas de mi prima en casa de una de ellas. Hablando un poco de todo y en nuestro intento de arreglar el mundo, un amigo de mi prima pronunció las siguientes palabras:
- Hoy en día tal y como están las cosas, las personas cuando entablan una relación no se fijan en la calidad humana de la pareja, sino en si tienen trabajo o piso.
Tanto yo como el resto nos quedamos completamente horrorizadas. ¿Qué ahora la gente te quiere por lo que tienes y no por lo que eres? ¡Lo niego absolutamente!
Evidentemente todos rebatimos esa postura, pero ya en una reflexión más pausada y fría creo que el amigo de mi prima tiene razón, pero sólo en parte porque no es nuevo que la gente quiera a la gente por lo que tiene y no por lo que es, independientemente de si hay crisis económica o no. ¿Acaso no ha habido toda la vida matrimonios apañados para juntar capitales? ¿Acaso no nos fijamos en las posesiones de las personas y las valoramos más cuantos más bienes materiales tienen?
Me niego rotundamente a creer que ahora, debido a la situación en la que vivimos, la gente sólo busque entablar relaciones con personas que tienen trabajo y casa. Quizás sea la última romántica - o la última tonta - pero creo que eso no es lo que decide que los seres humanos elijan a una pareja. No al menos en el ámbito en el que yo me muevo.
Pero tampoco podemos negar que la crisis actual es una crisis económica, financiera y de valores, y que siempre, siempre, siempre, han existido - y supongo siempre existirán - las relaciones basadas única y exclusivamente en el interés económico. Quizás porque en el fondo no dejamos de ser homínidos que luchan por la supervivencia. Y a veces la supervivencia se basa en eso: en lo económico
- Hoy en día tal y como están las cosas, las personas cuando entablan una relación no se fijan en la calidad humana de la pareja, sino en si tienen trabajo o piso.
Tanto yo como el resto nos quedamos completamente horrorizadas. ¿Qué ahora la gente te quiere por lo que tienes y no por lo que eres? ¡Lo niego absolutamente!
Evidentemente todos rebatimos esa postura, pero ya en una reflexión más pausada y fría creo que el amigo de mi prima tiene razón, pero sólo en parte porque no es nuevo que la gente quiera a la gente por lo que tiene y no por lo que es, independientemente de si hay crisis económica o no. ¿Acaso no ha habido toda la vida matrimonios apañados para juntar capitales? ¿Acaso no nos fijamos en las posesiones de las personas y las valoramos más cuantos más bienes materiales tienen?
Me niego rotundamente a creer que ahora, debido a la situación en la que vivimos, la gente sólo busque entablar relaciones con personas que tienen trabajo y casa. Quizás sea la última romántica - o la última tonta - pero creo que eso no es lo que decide que los seres humanos elijan a una pareja. No al menos en el ámbito en el que yo me muevo.
Pero tampoco podemos negar que la crisis actual es una crisis económica, financiera y de valores, y que siempre, siempre, siempre, han existido - y supongo siempre existirán - las relaciones basadas única y exclusivamente en el interés económico. Quizás porque en el fondo no dejamos de ser homínidos que luchan por la supervivencia. Y a veces la supervivencia se basa en eso: en lo económico
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