martes, 16 de junio de 2009

Cuanto costa???

No entiendo mucho de economía pero si tengo claros una serie de pensamientos, que para mi son axiomas:

a) El precio lo pone el comprador, no el vendedor
b) Las cosas cuestan lo que se quiera dar por ellas

Creo que estas dos ideas están estrechamente relacionados. No se explicar muy bien la diferencia entre coste y valor, pero si se que son dos conceptos que se confuden.

Para mi un yorkside (o como quiera que se llame el chucho ese) no vale ni un centimo de euro, mientras que otras personas pagan más de seiscientos euros por tener uno. Para mi tiene mucho valor pintar un cuadro, aunque sea en una cutre academia de barrio, y eso no se paga en el mercado salvo que después el autor se convierta en un Picasso.

¿Y cuánto cuesta Cristinao Ronaldo? Todo el mundo está escandalizado por lo que el Real Madrid ha pagado por él. Que si está sobrevalorado, que si no es un precio de mercado, que si es una vergüenza que se pague esa elevada cantidad de dinero en tiempos de crisis... A mi siempre me ha resultado curioso lo bien pagado que se paga el talento, o por lo menos, ciertos talentos. Hay concursos de relatos cortos, de pequeños pueblos, que pagan doscientos euros al ganador por un relato de no más de tres páginas, lo cual, según mi opinión, no implica esforzarse en demasía. Pero siempre me ha llamado la atención lo mucho que se cobra por esto, mientras que otros trabajos, quizás no tan talentosos, pero si más comunes, se remuneran fatal. Imagino que la valoración del talento, es también algo subjetivo.

Es de suponer que el talento con el balón del portugués es como la voz única de Rocío Jurado, o la habilidad peculiar de Indurain para escalar un puerto de montaña, o la exclusividad de pensamiento de Cervantes para escribir El Quijote. Tods ellos hicieron algo singular, algo que ¿sólo ellos? fueron o son capaces de hacer porque son talentosos o por lo menos han trabajado con su taento y han creado algo único, irrepetible. Ahora bien, ¿todos los talentos son igual de costosos? ¿Todos los talentos valen igual?

El talento no tiene precio. Para todo lo demás: mastercard

viernes, 12 de junio de 2009

Tengo un problema

Creo que tengo un problema con internet. Pensaba que no, pero es cierto. Desde que mi vecino benefactor ha desaparecido (llevaba tres años enganchada a su linea) tengo mono. No es que me pase horas y horas, dandole al navegador. Pero antes, me conectaba veinte minutitos y veia el correo, leia el periódico, me metía en el facebook a cotillear... y ahora ni eso. Y lo hecho de menos, ¡vaya que si lo hecho de menos! Y ahora viene el dilema... ¿me pongo ADSL en mi casa y me voy a vivir allí? ¿Convenzo a mis padres para que lo pongan y yo pago la diferencia? ¿Me pago un mini modem de esos para conectarme cuando quiera? Anda que no me fastidia pagar por lo que he tenido gratis... (e ilegalmente).

Pero la cuestión es, ¿cuántas necesidades irreales se me han creado con las nuevas tecnologías? Ya no hablo de la tele ni de la radio, que conozco desde que nací. Ni del coche, sin el que ahora me costaría vivir, porque son elementos que están ahí, desde siempre, es decir, desde que naci. Hablo de internet, del teléfono movil, del ordenador... de todas aquellas cosas que han ido apareciendo a lo largo de mis treintaiun años de vida, sin las que antes vivía, y de las que ahora me resulta complicado prescindir. Y no es que sea una forofa de todas ellas, pues no me paso enganchada al movil las veinticuatro horas y a veces lo enciendo a las once o doce de la mañana (total, se que nadie me va a llamar). Ni tampoco me paso las horas muertas ante el ordenador... pero siento que si no tengo esa pequeña conexión con los demás es como si me sintiera aislada, como si perdiera la oportunidad de recibir una llamada o mensaje inesperado, que quien sabe si puede cambiar mi vida. Como cuando te llaman tus amigos para que salgas un rato. Antes, sin movil, te quedabas en casa y punto. Ahora cuando ves la llamada perdida y no te has dado cuenta, te llevan los demonios.

En suma, son pequeñas cargas que nos van lastrando, aunque no somos conscientes de ello hasta que un día te quedas sin la conexión gratuita a internet de tu anónimo vecino o te dejas el movil en casa. Pequeñas necesidades, pequeños consumos, que te hacen ser cada vez más dependientes de lo exterior, de lo tecnológico, de lo efimero. Ahora trato de recordar lo que hacía antes de que el internet entrara en mi vida: leía, veía más la tele, dibujaba, imaginaba, pensaba o sencillamente me aburría. Quizás debería hacer eso: volver a lo anterior o directamente recuperar el placer del aburrimiento.