martes, 21 de abril de 2009

El zambombo toca su fn

Se han empeñado en que me compre un coche. El zambombo (nombre familiar del Opel Astra que conduzco) tiene ya dieciocho años y da claros sintomás de senectud. Con más de doscientos mil kilómetros 8cientonoventa y seis declarados, unos treina o cuarenta mil más "ocultos") ha pertenecido a una autoescuela y está con nosotros desde el año noventa y cinco. Le falla el motor de arranque, el alternador no carga bien... pero aún así, va como un tiro y el motor, como dice mi hermano, es indestructible. Pero el otro día falló y como me tuve que llevar el coche de mi padre a trabajar a él le entraron las prisas porque claro, el coche está a punto de convertirse en una pesada carga económica por sus reparaciones constantes. Y aprovechando que la madre de un amigo de mi hermano vende su coche (un Peugeot 206, de cuatro años, diesel, con catorce mil kilómetros) por 5.500 euros (oferta no baladí) pues nada, me están empujando a que me lo compre. Y yo tengo dinero, si, pero si me gasto eso, me quedo casi a cero (con cuatro mil euros). No me preocupa gastarme ese dinero. Lo que me preocupa es no poder ahorrar, porque entre el piso y los gastos que de derivan del mismo, ahorro muy poco dinero. Yo tenía pensamiento de aguantar con el zambombo lo más posible (unos cuatro o cinco años más), para recuperarme un poco en mi economía y comprarme un coche de segunda mano decente. Pero admito que esta oferta no se puede desaprovechar...

Pero me da pena mi Astra. En el invierno es frio y en el verano caluroso, es cierto. No tiene elevalunas eléctrico ni cierre cetnralizado, pero es un coche pesado que me hace sentirme segura cuando conduzco. No quiero fliparme con un coche semi nuevo, rápido, que soy capaz de ponerme a tope y estrellarme a las primeras de cambio. Además el 206 no es umodelo que me guste mucho... Prefiero un Clio, un C-4, un Toyota Corolla.... Pero eso se sale de mi presupuesto actual y de mi presupuesto de los próximos diez años. Es una mierda ser pobre.

martes, 7 de abril de 2009

Perder el sentido de la realidad

He observado a lo largo de los años, que las parejas que llevan muchos años juntos "pierden el sentido de la realidad" en referencia a las relaciones sentimentales. "Anda, si no tienes novio es porque no quieres" o "¿Y cuándo te echas novio?" o bien "¿Cómo te acuestas con uno que acabas de conocer la misma noche?" son algunos de sus comentarios. Y yo siempre pienso que han perdido el sentido de la realidad. Han olvidado, porque hace muchos años que no están en el mercado, que es difícil encontrar una persona con la que compartir tu vida. Quizá encontrar un polvo no es tan complicado (aunque para algunas personas como yo también lo es) pero encontrar una persona a la que quieres, que te quiera, y más a determinadas edades, es complicado. No digo que los emparejados no hayan pasado las dificultades iniciales, pero ya se les ha olvidado. En suma. que según los tiempos que corren, encontrar a alguien es una suerte, una loteria.

También olvidan, o directamente no lo han vivido, lo duro que resulta estar solo. Y que a veces echas de menos los besos, los abrazos, sentirte deseada y querida y por eso tienes sexo por una noche: no solo por el deseo físico, sino por soledad espiritual.

A mi me preocupa haber perdido esto: el sentido de la realidad. Tras dos años de idas y venidas con Juan Carlos y nuestra ruptura definitiva, una parte de mi cree que dentro de unos meses va a encontrar al hombre de su vida. Esa parte ha olvidado que solo he estado con cinco chicos, que solo me he acostado con dos, que nunca he ligado mucho, que siempre he tenido dificultades para relacionarme con el sexo opuesto por mi timidez, que siempre me ha costado mucho enamorarme y que solo he tenido una relacion de verdad, lo cual es bastante patético con mis 31 años de edad. Patético y triste. En cierto sentido he perdido el sentido de la realidad porque he olvidado lo mal que se pasa cuando te tiras dos o tres años sin que nadie te de la mano, sin que nadie te bese en los labios o te abrace o te haga sentir especial.

Ahora estoy disgustada porque Juan Carlos y yo hemos roto para siempre. Mi parte racional dice que es lo correcto pero mi parte emocional está hecha polvo porque sabe que se ha perdido una oportunidad de oro para tener una experiencia vital importantisima: la convivencia con un hombre. Pero se que el berrinche se pasará en unos días. Ahora me queda lo más difícil. La tristeza, la sensación de soledad, la apatía, que un día, de repente, se asentará en mi. Y estaré hecha polvo y luego se pasará en dos días, pero volverá a las pocas semanas, a los meses, porque estará ahi latente, nunca se irá. Desde hace unos años siento que me falta algo, y ese algo es un compañero de viaje, alguien con quien compartir mi vida. Cuando estaba con Juan Carlos esto no lo sentía. Ahora mi sensación de agobio por no tenerlo es mayor porque veo que pasa el tiempo, que cada vez quedan menos hombres, que mis amigos hacen su vida, que mis amigas del barrio viven felizmente casadas con sus niños... en suma... que a veces me siento más sola que la una (aunque se que no lo estoy), sensación que se evaporó durante mi noviazgo con Juan Carlos.

Y así, sólo puedo decir que soy mujer, tengo treinta y un años, y me siento muy sola, incapaz de querer a nadie, perdida, sin rumbo y en el lodo (como el bolero) y muy, muy, muy triste. Muy triste porque el maldito Lobo estepario de Hesse es uno de los caracteres más importantes en mi. Y lo odio