martes, 24 de marzo de 2009

Pequeños placeres cotidianos

A menudo el estrés, el trabajo, la rutina diaria me hace olvidar las pequeñas cosas que me gustan o que me hacen feliz por unos momentos. Son vivencias sencillas, casi elementales diría yo. Esta s mi lista (no van en orden).
1)Acostarme pronto el domingo por la noche y leer el periódico, el suplemento y hasta las páginas de economía en la cama. Sólo deja de ser divertido cuando empiezo a dar cabezazos por el sueño, pero me encanta.
2)Mi paseito diario en la ciudad Financiera. Veo el atardecer, me encuentro con liebres y perdices, reina el silencio (sólo escucho mis pasos) y con un poco de suerte veo la Osa Mayor y otras estrellas. Es mi momento diario de relax en el trabajo y me ayuda a cargar las pilas.
3)Cuando tenia noviete, me encantaba ir al cine con él, y que me comprase un combo de palomitas y Coca-Cola gigante. O en su casa, ver una peli en DVD juntitos en el sofá. Denro de los placeres en pareja, también me gustaba mucho pasear de la mano con él, por medio de la calle, con un sol espléndido en las tardes de verano.
4)Las fiestas de cumpleaños familiares. Me da igual si el cumple es de mi prima, de mi tío, de mi hermano o de mi abuela. Reunirnos, pasar el rato juntos hablando, discutiendo, me encanta.
5)Que mi amiga Rocío Blanco o mis primas me inviten un domingo por la tarde a tomar café, con tarta y bombones, en una reunión sólo de chicas que no son mis amigas habituales, y hablar de cosas de chicas. Esto me chifla porque supone para mi hablar de temas nuevos con gente que no es mi amiga (sino amigas de mis amigas). Esto me aporta muchísimo y ensancha normalmente mi mente.
6)Llegar a mi casa a las once de la noche, después del trabajo, que mi mami me tenga preparada la cena y sentarme en el sofá, entre mis padres, y ver juntitos la tele un rato. Pero esto solo vale cuando mis padres no están enfadados entre si (cosa habitual en ellos)
7)Bañarme en el mar, escibir mi nombre con mis pies en la arena y concentrarme en el sonido de las olas. Por desgracia, cmo vivo en Madrid, esto no lo puedo hacer a menudo, pero me encanta. Y pasear por la playa es otra de mis debilidades.
8)Cuando el socorrista me sonrie y me da los buenos días. Es que es muy atractivo
9)Cuando escucho el gabinete de Julia Otero y el tema que tratan me gusta especialmente.
10)Cuando un viernes salgo con mis amigos, solo un rato, y nos ponemos a hablar, y la conversación se torna tan interesante que nos tiramos hasta las tantas cuando nuestra intención era tomarnos una copa e irnos. Esto me hce muy feliz también.
11)El fin de semana que viene mi sobrino y mi hermano trabaja, y nos quedamos con él mis padres y yo, y después de jugar vamos al Oh lala y merendamos chocolate con churros, y para completar, baño a mi sobrino y mi padre le cuenta un cuento, inventado, mientras el niño eschucha atentamente.

Conclusión: son pequeñas cosas las que me divierten, y todas ellas son cotidianas y están al alcance de mi mano. ¿Por qué demonios no procuro entonces ser más feliz?

jueves, 12 de marzo de 2009

El día más importante del año

El mes de marzo es junto a julio mi mes favorito del año. Básicamente porque es mi cumpleaños, y porque los días apuntan más largos. No obstante, antes, cuando era más joven, lo vivía con más ilusión. Cuando cumples los 25, hacer años no mola tanto.

No obstante reconozco que soy una fan de los cumples. Me gustan porque me reuno con mi familia y mis amigos y hablamos de lo divino y lo humano. Es una especie de oasis en medio de nuestra vida diaria, llena de estres y de incomunicación. Además suelo comer cosas deliciosas que no suelo ingerir diariamente: empanada, sandwiches, helados... mmmm (aqui se descubre mi gula). Lo cierto es que no entiendo a la gente que el día de su cumple no lo celebra ni hace nada en especial. Algún año, para mi disgusto, he tenido que celebrar mi cumple un día diferente al 28 de marzo y me he sentido triste y apenada. Aún recuerdo cuando siendo niña (cumpliría siete u ocho años) mi aniversario vital cayó el Jueves Santo y ni mis amigas, primas ni mis tíos no pudieron venir. Me recuerdo llorando ante la tarta.

-Pero ¿por qué lloras? -me preguntó mi madre
-¡Porque no ha venido nadie!
-Pero si están tus hermanos.

Esa afirmación me quedo planchada. Lo que yo quería decir es que mis hermanos no eran nadie, porque estaban en casa todos los días y por tanto no considraba su presencia como algo valioso. Lo que me dijo mi madre no me consoló en absoluto y deje de llorar para no mostrarme tan asquerosa con mis hermanos (porque admito que mi reacción de niña aún se mantiene en mi en cierto grado y no valoro tanto la ayuda o presencia de mi hermanos como la de personas ajenas a mi familia directa: sea amigos o familiares lejanos, porque ellos siempre están ahi, su presencia no es extraordinaria).

Supongo que esto me lleva a una reflexión vital. No consideramos valioso lo que tenemos diariamente porque consideramos que es lo normal tenerlo, es lo natural, no dandonos cuenta de que en realidad nuestras pequeñas cosas diarias son privilegios: No todo el mundo tiene hermanos con quien celebrar su cumpleaños